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San Martín de las Cabezas: El latido silente del Valle Amblés

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En el corazón del Valle Amblés, a unos 35 kilómetros de la histórica Ávila, se encuentra San Martín de las Cabezas, un pequeño núcleo que forma parte del municipio de Grandes y San Martín, en la provincia de Ávila, Castilla y León. Este rincón rural, perdido entre campos de cereal y encinas dispersas, es un susurro del pasado que resiste el avance del tiempo con la humildad de sus gentes y la solidez de sus tradiciones. En un paisaje donde el río Adaja traza su curso a lo lejos, San Martín de las Cabezas se alza como un testimonio de la vida sencilla, donde cada piedra y cada campana cuentan una historia que se niega a desaparecer.

La Iglesia de San Martín: un legado en la penumbra

Presidiendo el caserío de San Martín de las Cabezasla Iglesia de San Martín se yergue como un baluarte de fe y memoria. Construido con la piedra tosca de la región, este templo de arquitectura modesta pero robusta es un reflejo del carácter austero de la zona. Su espadaña, que sostiene una campana solitaria, rompe el horizonte con una presencia discreta pero imponente. Aunque depende de la parroquia de Grandes, dedicada a la Degollación de San Juan Bautistala Iglesia de San Martín conserva su propia identidad, con un interior que guarda siglos de oraciones y silencios. Se dice que, en tiempos de la invasión napoleónica, las iglesias del Valle Amblés sufrieron saqueos bajo las órdenes de José Bonaparte, pero este templo, quizás por su simplicidad, logró preservar su esencia. Hoy, sigue siendo un punto de encuentro para los pocos habitantes y un símbolo de la resistencia de un pueblo pequeño frente a los embates de la historia.

Una población al filo de la extinción

Con apenas 15 habitantes en 2025, San Martín de las Cabezas es un reflejo crudo de la despoblación que carcome el interior de España. Integrado en el municipio de Grandes y San Martín, que suma un total de 36 vecinos según los datos más recientes, este núcleo ha visto cómo su población se desangra desde los 68 habitantes que registraba a mediados del siglo XIX. El éxodo rural, impulsado por la falta de oportunidades tras la Guerra Civil, dejó tras de sí un pueblo de calles vacías y casas cerradas. Los que quedan son, en su mayoría, mayores que custodian las llaves de un pasado más poblado, mientras que en verano, los hijos y nietos de emigrantes regresan, trayendo un eco fugaz de lo que San Martín de las Cabezas alguna vez fue. En este rincón olvidado, la vida late tenue, pero con una dignidad que se niega a apagarse.

Una economía de raíces y recuerdos

La economía de San Martín de las Cabezas es un reflejo de su entorno: austera, rural y anclada en la tierra. Los campos que lo rodean, bañados por la cercanía del río Adaja, producen trigo y cebada, cultivos que han sostenido a sus habitantes durante generaciones. La ganadería, con pequeños rebaños de ovejas que pastan en las laderas, fue en su día un pilar fundamental, pero hoy apenas subsiste como un vestigio del pasado. Sin industria ni comercios, los pocos vecinos dependen de pensiones o de trabajos en Ávila o pueblos mayores de la comarca, como Piedrahíta, a unos 25 kilómetros. En un municipio donde el tiempo parece haberse detenido, la economía es más un acto de supervivencia que de progreso, aunque la belleza de su paisaje y su tranquilidad podrían algún día atraer a quienes buscan refugio en lo rural.

Fiestas patronales: el resplandor de San Martín

El calendario de San Martín de las Cabezas se ilumina cada 11 de noviembre, cuando el pueblo honra a su patrón, San Martín de Tours, con una celebración que, aunque modesta, es el latido más fuerte de su identidad. La jornada comienza con una misa solemne en la Iglesia de San Martín, donde los vecinos se reúnen para rendir tributo al santo que, según la tradición, partió su capa para compartirla con un mendigo. Aunque la despoblación ha reducido la magnitud de la fiesta, el día se llena de vida con comidas compartidas, donde no faltan platos como el cordero asado o las patatas revolconas, y alguna que otra melodía tradicional que resuena en la plaza. Además, como parte del Valle Amblés, algunos habitantes se suman a la romería de la Virgen de Sonsoles en octubre, un evento que une a la comarca en una muestra de devoción y fraternidad. En San Martín de las Cabezas, las fiestas son un grito de resistencia, un momento para recordar que, aunque pequeño, el pueblo sigue vivo.

Un rincón que se niega al olvido

San Martín de las Cabezas es un lugar donde el pasado pesa más que el presente, pero también donde la voluntad de perdurar se hace sentir en cada rincón. Su iglesia, sus escasos habitantes, su economía frágil y sus fiestas patronales dibujan el retrato de un pueblo que, integrado en Grandes y San Martín, lucha por mantener su nombre en el mapa. En el Valle Amblés, este núcleo diminuto es un recordatorio de que, incluso en la quietud, hay historias que merecen ser contadas
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