Ya ha sido plasmado en muchos artículos que la naturaleza que nos ha creado es un conflicto constante. Vida y conflicto son la misma cosa. Hay vida porque hay cambio, superación, muerte, y nacimiento de formas, ideas, cosas o grupos diferentes, o con organización diferente, ya sea de células, órganos o personas. Cuando estudiamos una cultura, civilización, etnia o, simplemente, un grupo humano actual, es imprescindible que analicemos su nacimiento, evoluciones, cambios producidos, y resultados de victoria o derrota de los conflictos sufridos. La Biblia no es más que la historia de los conflictos Judíos, sus victorias y sus derrotas. Sus llamados, “Éxitos”, y de los denominados, “Fracasos”. Si entendemos esta dinámica constante podemos analizar nuestra cultura actual, la que se denomina “Occidente”. O, si se prefiere, “El Racionalismo Occidental”.
Parece que ya ha quedado claro en el anterior artículo que la creación de esa “Mentalidad” Occidental fue producto del Cristianismo. Muchos quieren alegar y defender esa creación de los valores del Cristianismo. Es cierto que todas esas naciones y estados proceden de la religión llamada Cristiana. También Grecia y Rusia son cristianas, no cabe duda. Algunos fundadores de la Unión Europea pretenden que conste en su Constitución política que deben figurar por escrito esos “Valores Cristianos”. Es posible. Pero no es menos cierto que lo que en realidad se ha impuesto, sin la más mínima duda, no solo a nivel político, sino jurídico y filosófico, como “Valores Verdaderos” han sido los construidos en Grecia en el S:VI-IV, A.C., desarrollados por Roma hasta el V, D.C., y explanados y explayados por el Renacimiento, la Ilustración y los distintos racionalismos del Occidente Cristiano. Nadie negará que lo que al final se ha impuesto, únicamente, han sido los Conocimientos descubiertos y aplicados en Grecia y Roma, y no los dogmas Judaicos con pequeñas aportaciones del Cristianismo.
La teoría General de los Conflictos nos enseña que una cultura, civilización, o grupo cualquiera, ha sobrevivido o perecido en función a las distintas confrontaciones que ha sufrido en su avance. Todas las culturas estudiadas lo son en función a sus enfrentamientos. Se ha forjado, han crecido o menguado, han avanzado o retrocedido única y exclusivamente, en función a que ganasen o perdiesen frente a sus adversarios del momento. No podemos estudiar grupo humano alguno si no lo hacemos en referencia a sus oponente, y más aún, en función a los que pretendieron exterminarlos.
Supongo que ya nadie puede negar que la vida de una cultura o civilización no es más que un conflicto permanente contra las diferentes. Sobre todo contra las que no piensan igual. Pero más aún, lo que se da siempre es una lucha por ocupar unos territorios determinados, que conllevan unos recursos de agua o alimentos necesarios, o puntos estratégicos para que favorezcan producir o transportar esos alimentos u otros distintos bienes. En esa confrontación, a veces a muerte absoluta, es donde unas han triunfado y otras perecieron, Unas sobrevivieron años, o como es nuestro caso, el Judaísmo y el propio Islam, hasta hoy en día, y otras forman parte de los museos o libros de historia. Piénsese en las Guerras Médicas, las Púnicas, o las vastas confrontaciones sin que se llegase a la extinción de la contraria entre el Islam y el Cristianismo.
Pretendo que quede absolutamente claro que la vida de cualquier cultura, civilización, nación, estado, o grupo humano con características propias reconocibles, es el resultado de una serie de enfrentamientos en los que incluso han podido perder el poder político, jurídico o de relación social, pero siguieron unidos defendiendo, aunque fuese en la clandestinidad, sus ideas y creencias –pensemos en el Judaísmo-. Y las siguieron trasmitiendo y enseñando a sus vástagos. No quiero que nadie se llame a engaño, “La existencia de cualquier forma de pensar y actuar en una guerra permanente y terrible contra múltiples oponentes”. El hecho de que no veamos los “Virus” eso no quiere decir que no estemos en guerra biológica de supervivencia permanente contra ellos.
Si vivimos una época de paz como la actual al nivel político o económico, más aún al nivel cultural, que no se da una guerra de posible exterminio desde la Paz de Westfalia de 1.648, no quiere decir que debamos perder la perspectiva de que todas, perdón, absolutamente todas las culturas y civilizaciones, incluida la orgullosa y científica Roma, todas repito, han sucumbido ante sus oponentes del momento. Han desaparecido y ya solo forman parte de los libros de historia. Es cierto que el Cristianismo ya no teme sucumbir desde el sitio de Viena de 1.529, o incluso desde 1.683. Pero en aquellos funestos años todos estaban convencidos que podían ser arrollados por los Turcos como ya lo habían sido los Griegos, Búlgaros, Rumanos o Húngaros. Y que su forma de ver la vida podía desaparecer por completo.
Si esto anterior es asumido, debemos ser conscientes que, aunque muchos no lo vean así, estamos en una confrontación permanente contra otras culturas y civilizaciones que pretenden imponerse. Desarrollarse. Avanzar a una mayor ocupación de las mentes y de los espacios territoriales. Aunque no lo veamos, o algunos quieran ocultarlo, también en este momento estamos en… Confrontación permanente a vida o muerte.
En el próximo artículo veremos nuestro conflicto… Actual…
Sobre el autor
Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, y de reciente aparición El Sistema, de editorial Elisa.