Gracias a la “pandemia”, más allá de un totalitarismo de patas cortas que de momento fluye globalmente, crece sostenidamente el cuestionamiento a políticos, “gobiernos”, Estados y todo tipo de instituciones.
Lo ocurrido con Reddit es muy interesante porque desmiente que el mercado, naturalmente, está conformado por grandes capitales que manejan la economía.
En una columna anterior decía que, tras la muerte de George Floyd, se produjeron unas protestas incluso peores que tras el asesinato de Martin Luther King, en 1968. Crisis que se desató en plena frustración dadas las cuarentenas forzadas -por el monopolio estatal de la violencia- con la excusa de frenar al Covid 19 como si la naturaleza, en libertad, no tuviera sus recursos.
Las encuestas dan por ganador a Biden, pero el día de los comicios en 2016, The New York Times decía que Trump tenía solo el 15% de posibilidades de ganar. Algunos analistas dudan. Muchos votantes oficialistas no dan su opinión amedrentados por la intensa campaña de prensa su en contra. Por algún extraño motivo, los medios se alejan de lo que piensa la gente. Por caso, casi toda la prensa apoya las cuarentenas cuando Trump en alguna medida se opone.
Escribo esta columna desde una república, la Argentina, que va camino de ser Venezuela sino Cuba. Hoy, de entre los argentinos el 50% es pobre, el 95% tiene un salario mensual inferior a € 400, y algo tan normal como comprar -moneda extranjera- euros es “delito”. No hay vuelos, el país está cerrado. En contraposición, Isabel II es monarca de la potencia con la democracia más antigua, y envidiable.
“Los humanos merecen lo que tienen: se llenan la boca hablando de la naturaleza (cambio climático, transgénicos, bla, bla, bla...) y luego la tapan con algo antinatural como un barbijo. Greta T estaba de moda, se apostaba a que cambiaría el mundo, meses después, no existe”, escribió un amigo en Twitter. Pues, aun si no tuviera razón y el barbijo fuera útil, destaco la incoherencia que impera. O es el barbijo o es la naturaleza, ambas cosas no pueden ser, no percibir esta incoherencia es claro índice de que no se está razonando sino en estado de pánico.
La violencia en las sociedades está recrudeciendo a niveles insospechados incluso en países que, hasta hace poco, eran pacíficos hasta el aburrimiento, como en Alemania en donde días atrás manifestantes rompieron el perímetro policial del edificio del Reichstag, y “tomaron” la Cámara de Diputados en Berlín.
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Según un principio metafísico, que ya conocían los griegos como Aristóteles, el mal no tiene existencia propia, es ausencia de bien. Como el color negro no existe, es ausencia de luz en tanto que la luz blanca es la sumatoria de todos.
La “pandemia” acabó con 255 millones de puestos de trabajo, según la OIT, y acabaría con otros 90 millones en 2021, reporta Bloomberg mintiendo ya que, si bien el virus puede terminar matando, las pérdidas de trabajo se deben a las prohibiciones impuestas por los gobiernos. Así, según una encuesta de Edelman, solo el 53% de los encuestados en 22 países confía en los medios tradicionales.
Una de las noticias más comentadas estos días ha sido que el CEO de Pfizer vendió 5,56 millones de dólares en acciones de la compañía (más del 60% de su participación) el mismo día en el que la farmacéutica anunciaba que su vacuna contra el coronavirus tenía una efectividad superior al 90%, a la vez que su vicepresidenta ejecutiva también se deshizo de acciones que, ese mismo día, cerraron con un alza de casi un 8% y, desde entonces, han bajado a medida que, en el mercado y las bolsas, se enfría la noticia de la vacuna.
Alguien dijo alguna vez que los maestros son siempre mejores que los aprendices. China y Evo, maestros del estatismo, le ganan a los “capitalistas” aprendices de maoísmo.
Vivimos tiempos de zozobra especialmente para el lugar donde nací, Madrid, que recuerdan al famoso chotis de Agustín Lara que da título a mi reflexión.
Como escribió Roberto Cachanosky, en una columna titulada “El Estado presente hunde a la población en la pobreza”, la mayoría de las personas “…creyeron que los políticos tenían el monopolio de la solidaridad y que, con ellos cuidando a la población, todos tendrían… salud…, etc… iban a brindarle a la población la mejor condición de vida jamás vista…. Este perverso sistema del estado presente… ha transformado al estado en algo inmanejable…”.
Cansados han de estar mis lectores -y les agradezco tanta paciencia- de leer en innumerables columnas mías la descripción de cómo la violencia, en cualquier caso y bajo cualquier circunstancia, sirve únicamente para destruir y alentar más agresividad.
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