Jorge Molina Sanz

Parecería que el 2023 es un nuevo año, pero los temas y hábitos del gobierno parecen añejos.

El «obsceno espectáculo» de los ataques y descalificaciones a los jueces, desde el legislativo y el ejecutivo, tiene consecuencias y parece oportuno hacer algún apunte.

Ha empezado la campaña electoral en Andalucía, un momento para que partidos y políticos se desmelenen y se retraten.

Parece que nunca se acaban los mensajes triunfalistas y una realidad que los acaba desmintiendo.

El congreso nacional del PP, según lo previsto, ha entronizado a Alberto Núñez Feijóo como presidente.

Hoy más que un diálogo es un alegato, un clamor de impotencia y repugnancia.

El vodevil de los diputados y del gobierno debía avergonzarles y hacernos reflexionar.

Se han cumplido 25 años del asesinato de Miguel Ángel Blanco y la liberación de Ortega Lara.

Seguimos con la «política líquida» que nos invade; tenemos por delante una campaña electoral auto-nómica y acontecimientos políticos que se suceden diariamente, esto es un no parar.

Se están calentado motores, los partidos engrasan su maquinaria y movilizan sus efectivos en Andalucía. En el ambiente se huele a campaña electoral.

Seguimos viviendo en la propaganda y la mendacidad, cuando el momento requiere unos dirigentes sólidos y honestos.