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OPINIÓN

El estado del estado (72): El problema de Occidente (XI)

Vilfredo Pareto
Carlos González | Martes 08 de diciembre de 2020
Nos enseña, Yony, que en el estudio de los grupos sociales organizados (GSO) resulta imprescindible analizar a fondo a las Élites que componen el mismo. Quizá primero debemos dejar claro qué son las élites, y después comprobar cómo se alcanza ese puesto, se mantiene o se disipa. Un aspecto importantísimo es poder responder a la pregunta de si se renuevan o si, en realidad, solo se transforman.

Uno de los autores que mejor ha estudiado a las élites es el catedrático, Vilfredo Pareto (1.848-1.923). Yony nos recomienda que leamos encarecidamente sus libros.

Podemos decir, de forma general, que las élites son aquel grupo de personas –hasta la actualidad entroncadas en familias, y da la sensación que es más la familia que el individuo la que pertenece o forma parte de ese grupo de élite- que han alcanzado preponderancia, poder, influencia, en el conjunto de ese GSO, y que, además, de su seno suelen salir constantemente los individuos mejor formados y con mejores cualidades para seguir rigiendo al mismo.

Suelen estar ligadas en cada período histórico y en cada lugar geográfico a las necesidades de ese grupo. Así pueden ser: Guerreros, Comerciantes, Políticos, Propietarios de tierras, Expertos en Derecho, Diplomáticos, etcétera.

Lo que siempre es cierto es que se presentan al exterior como los que disponen de casi todo el poder de ese grupo social, de entre ellos salen los líderes necesarios en cada momento, y esas familias e individuos disponen de la influencia para que ese liderazgo momentáneo se ejerza con su beneplácito. Son constantemente la reserva intelectual de los principios que informan y rigen a ese GSO, es decir, son los defensores, propagadores y profesores a ultranza, de las ideas y dogmas del Liderazgo ideológico –del verdadero liderazgo- que domina y gobierna a ese grupo.

En los desarrollos iniciales de las organizaciones sociales es cuando suelen nacer y consolidarse estas grandes élites. En las culturas más antiguas, sobre todo en las incipientes, suelen ser los mejores guerreros los que inician y consolidan esa posición. Cuando ya se consolidaron esas culturas (la vieja China) fueron además los diplomáticos y los pensadores o maestros los que también gozaron de esa posición. En ambos casos son, o pasaban a ser, grandes tenedores de tierras. Las élites siempre eran los poseedores de la máxima extensión de terreno posible.

En las Culturas más modernas , y sobre todo en las actuales, los que componen la élite suelen ser comerciantes, industriales, banqueros, y creadores de empresas innovadoras, tanto del antiguo o moderno comercio con barcos, como en la actualidad los creadores de empresas de tecnología de internet. Ahora, en general, ya no suelen disponer de grandes extensiones de tierras.

Se dice que son la estructura ósea y los músculos de esa organización social porque suelen ser los más esforzados, los más estudiosos, y -los que quedan porque la mayoría perece en el intento- los que más han arriesgado por ganarse esa posición de poder, mando y privilegios. Cómo esa posición les concede muchas ventajas, lo primero que hacen es alimentar, educar y formar mejor a sus vástagos. Con ello suelen intentar, por todos los medios, la perpetuación de su posición familiar. Por otra parte, siendo la columna vertebral de ese grupo, siempre tienden a apoyarse entre ellos. Por eso derribar a unas élites y sustituirlas por otras suele ser una labor de cientos de años.

Podemos, y debemos, estudiar cómo en cada época la llamada “permeabilidad social” no es más que las posibilidades que hay de ascender –o desaparecer- de esas élites. Aunque quizá este tema es tan bonito y extenso que debamos concederle un artículo concreto.

Es obvio que la mayoría de individuos nacidos en el seno de esas familias que forman la élite de esa sociedad, primero, son adoctrinados y formados con los principios que informan a ese grupo, por ello solo suelen pensar de esa forma y ya forman parte inseparable de sus ancestros. Por otra, al disponer de esa situación de privilegio, lo que hacen es defender su posición y gozar de la misma, piensen o no como su grupo de amigos. También es obvio que una parte minoritaria de esos nacidos en esas familias, o no valen para casi nada y son simples alimentados toda su vida, o se dedican a “vivir” y malgastar todo lo conseguido por sus ascendientes, a veces, dilapidan el fruto de cientos de años.

A la distinción clara, de élites creativas y extractivas, que corresponde al nacimiento y decadencia de ese GSO dedicaremos el próximo artículo.

Sobre el autor

Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El Sistema, y de reciente aparición Psicología de virtudes y pecados, de editorial Letras de autor.

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