Yony nos hace ver que para que un individuo nazca, pero mejor aún, para que salga adelante, hace falta al menos quince o veinte personas que vivan coordinadas, actuando como un único grupo organizado, con cierta especialización en la defensa y alimentación de todos esos miembros, que trabajen de forma coordinada y con el mismo objetivo: Sobrevivir el grupo y los máximos y mejores miembros individuales posibles.
La gran verdad objetiva es que somos un animal de grupo. Sin el grupo no podemos nacer, alimentarnos, defendernos y sobrevivir. Sin una determinada especialización en el trabajo no habrá cazadores y curtidores, defensores de cuevas o cabañas y espantadores de depredadores. Y, más adelante, con el mejor desarrollo de esos grupos, no habrá educación para los alumnos si alguien no se ha especializado en maestro, no habrá historias si alguien no se ha especializados en poeta y narrador, no habrá edificios seguros y bonitos si alguien no se ha especializado en arquitecto, no habrá sanidad si alguien no se ha especializado en chamán o médico…
Un individuo nace en un grupo, ya se impregna hasta el tuétano de él –lengua, costumbres, creencias, enemigos y amigos, situación geográfica, tipo de alimentos- y en el juego de fuerzas de defensa del grupo, de lo común, y de los deseos individuales o de familia o club de amigos, implicará toda su vida. Incluso cuando se convierta en un traidor lo será de ese grupo, y si decide abandonarlo siempre llevará impreso en su piel su educación y sus costumbres inconscientes. Ya sabemos que es verdad objetiva que todos los individuos vivimos en el juego entre el yo y los demás, entre el individuo y sus sueños y deseos personales, y la obediencia a las reglas y dogmas del grupo.
Lo que sí es una clara verdad objetiva es que la humanidad aún no ha resuelto de forma técnica y con conocimientos científicos el juego imprescindible entre el individuo y el grupo. Toda la filosofía Occidental, nacida de la idea Egipcia de que “El peso del alma ante Dios en el juicio final siempre es estrictamente individual” ha derivado en la filosofía liberal Británica de que lo “Importante” es el individuo y el estado solo es un freno a su creatividad y a su desarrollo. Parece que lo único importante es el individuo y el grupo un lastre del que no se puede librar pero que cuanto menos cuente mejor. De ahí su promoción constante de defender al individuo y empresas y adelgazar al máximo al estado.
Las filosofías Orientales, aún vigentes, sostienen que lo único importante es el grupo, al cual el individuo –que parece que como tal nada pinta- ha de someterse absolutamente. En el fondo creen que el individuo nada vale y sus iniciativas de nada sirven si no son única y exclusivamente para alcanzar valores para el grupo.
Yony nos dice con claridad que pronto descubriremos que, según tiene muy demostrado su cultura, ambas filosofías están parcialmente equivocadas. La verdad objetiva es que ambos son estrictamente imprescindibles. Sin grupo el individuo no podría ni nacer ni sobrevivir y menos aún alcanzar educación alguna. Sin que el individuo experimente y ofrezca nuevas ideas e inventivas al grupo, este nunca podría desarrollarse y crecer en todos los órdenes, y seguiríamos en las cavernas y con familias grupales de máximo cincuenta o cien miembros. Todo el juego de la cultura, las civilizaciones, la ciencia política, la Sociología y el Derecho es un estudio del equilibrio del individuo y el grupo, y el ingente y emocionante juego que a lo largo de la historia se ha producido entre ambos.
La auténtica verdad objetiva es que toda la clave de la vida es el equilibrio entre el individuo y el grupo en el que está inmerso. Si ese equilibrio está resuelto ambos crecen y gozan de grandeza y fuerza. Cuando se rompe el equilibrio, hasta que se alcanza otro, siempre hay violencia y caos. Al final habrá paz, y cultura, y literatura y ciencia y progreso cuando ese equilibrio se restablezca y ambos se desarrollen con la mejor armonía entre ambos.
Yony nos hace reparar en que: “Todos los sistemas religiosos, ideológicos, filosóficos, políticos, sociológicos y jurídicos no son más que las mejores ideas para organizar el grupo y proporcionarle reglas de desarrollo de las iniciativas individuales y su encaje en la defensa y la supervivencia del grupo”. De forma inconsciente todos los profetas e ideólogos, así como en circunstancias concretas los políticos, no han hecho otra cosa que inventar y aplicar reglas –leyes, normas, creencias- que permitan que el grupo y el individuo, con el mejor equilibrio posible, se desarrollen y sobrevivan.
Verdad objetiva: Los humanos pensamos desde nuestra individualidad única, pero hemos de ser conscientes que solo podemos nacer y sobrevivir en grupo.