Yo me quedé con mi madre, que no se pudo ir. Nos quedamos en España. En el año 1994 se fue mi primo a Alemania. Salimos de España, mi familia y yo, en 2013. Nada, que la migración nos viene de familia, de hecho, emigró casi toda la familia en la década de los 60 como ya os he dicho. El caso es que mi padre es descendiente de gallegos y por ahí comienza la cosa. Luego el mayor de los hermanos de mi padre se va a vivir a Holanda y desde allí mando a buscar a mi tía vía España para que pasara a Alemania, pero mi tía se quedó a vivir en Holanda con unas primas de mi madre.
Historias de migrantes en Alemania que no te dejarán indiferente
Hace once años, Mateo González, un joven cubano de origen español de 32 años, decidió junto a su familia irse a vivir a Alemania por problemas económicos y, actualmente, forma parte de los miles de ilegales indocumentados que emigraron a materializar el ‘sueño europeo’:
"Salí de Cuba, lo hice hacia Alemania con la finalidad de realizar estudios de doctorado, con una carta de invitación que me hizo mi hermana. La verdad, le digo, Alemania es muy bonita y tiene más desarrollo que Cuba, pero los alemanes son muy fríos y el idioma bien difícil de aprender. Al final me decidí a venir a probar suerte, siempre me gustó por el reto del idioma, el clima y los lazos históricos que tenemos ambos países: mi abuela y mi abuelo eran alemanes.
Pero eso sí, le tenía mucho miedo a no encontrar un empleo que está bien difícil. Si me fuera de Alemania me iba a los Estados Unidos. Ya sabe, todos los cubanos terminamos allí. Al principio yo no me quería quedar, ya que toda mi familia estaba en Cuba y, además, en Cuba te meten mucha ideología con el sistema capitalista, que es malo, que hay pobreza, que hay drogas, en fin, que es un sistema injusto donde nadie puede vivir. Pero yo me fui dando cuenta que depende con quien te relaciones y de los caminos que tomes aquí en Alemania. Yo, a pesar de mis miedos, me fui adaptando al sistema de vida alemán y me di cuenta de que debía buscar un futuro mejor para mi vida profesional.
Además, aquí uno puede decidir sobre su vida libremente sin pedirle cuentas a nadie. En Cuba todo lo deciden por ti. Yo, la verdad, aunque mañana tenga que trabajar barriendo calles, que no es ninguna deshonra, aunque sea profesional, me siento con mucho mejor estatus social aquí, en Alemania que en Cuba, aunque sea duro decirlo porque Cuba es mi país, en el que nací. Aquí en el capitalismo uno aprende que lo importantes es trabajar en donde sea.
Ese primer año sin mi esposa fue fatal. Imagínese que me casé con ella a muy temprana edad, a los 17 años y desde entonces, no nos hemos separado. Pasamos la universidad juntos, nos fuimos a vivir del campo a la ciudad de Santa Clara: Villa Clara. Imagínese usted, de pronto me veo en la gran ciudad de Essen (Alemania) en total soledad, sin saber lavar, ni limpiar, ni planchar y ni cocinar. Tuve que reinventarme. En Cuba yo ayudaba a mi esposa pero, para serles sincero, aunque ella era profesional, se ocupaba de las tareas de la casa. Al año y medio, ya estaba aquí conmigo. Qué hubiera hecho sin ella.
A mí no me gusta el machismo que todavía se vive en Cuba por los hombres. Muchos hombres en Cuba, a pesar de que somos profesionales, nos quieren relegar al ámbito doméstico, lavar, planchar y cocinar. Ya en Alemania la cosa es diferente, que si es diferente. Aquí si una cocina el hombre lava los platos. Si una trabaja cuando llega a casa el hombre debe tener la cena hecha. Por eso me encanta Alemania. Esta visión machista del matrimonio no se da tanto en la ciudad como en el campo cubano. Sin embargo, todavía esta concepción de la mujer como responsable total del ámbito doméstico, si sigue prevaleciendo en Cuba. Y como le venía diciendo mucho más en el espacio rural. Yo conozco de muchas mujeres que aún son amas de casa, como el caso de mi prima que vive en Villa Clara como mi tía que vive en el campo. Claro en el campo se ve más. También se ve mucho, ahora en las jóvenes. Muchas se van a vivir en una unión consensual con sus novios, terminan embarazadas y a cargo de los hijos y de las tareas de la casa como a la antigua.
Una vez que decides quedarte en Alemania, los problemas se multiplican y comienzas a comprender por qué la política migratoria cubana necesita de profundas modificaciones. Como decía un amigo mío después de los once meses somos ciudadanos del mundo, ni cubanos, ni españoles, ni alemanes. En primer lugar, te das cuenta de que han pasado los once meses y ya no puedes regresar, excepto que pidas repatriación, y eso no se lo dan a todo el mundo".