Con el símil futbolístico que estamos usando -siempre le he dicho a mis hijos/as que la Vida es exactamente igual que el deporte, porque ambos son la lucha en el conflicto por ganar, por la supervivencia y la convivencia- lo que explicamos es el conflicto manifiesto actual contra Rusia. El tercer acto táctico es encerrarla. Privarla de los máximos aliados posibles, y que el que lo sea se atenga a las consecuencias.
La economía, la tecnología, los avances médicos -Veamos ahora lo que pasa con las vacunas que ha creado Occidente- es algo globalizado. El que no acceda se quedará relegado y puede que ya no se enganche en condiciones normales nunca. Deberán durante décadas luchar sin cuartel para igualarse o serán unos parias. Por eso ahora debemos aplicar las máximas sanciones económicas y tecnológicas posibles. Que su economía no venda ni compre en Occidente, y que ellos mismos se encierren en su área… Económica.
Tal como ahora se ha hecho en Davos -en una nación “Neutral”, Suiza- se ha de expulsar a Rusia y sus férreos aliados de todos los organismos, asociaciones, actos y campañas internacionales. Tal como se ha hecho con sus equipos de Futbol, Baloncesto…
De esa manera quedarán constreñidos en si mismos. Deberán reflexionar y decidir si quieren pertenecer al mundo del derecho y participar con los demás equipos, o quieren nombrar ellos solos a los árbitros, y tener preparados a unos cientos de seguidores por si no van ganado el partido que en la segunda parte invadan el campo, golpean a los jugadores del equipo contrario y se declaran vencedores porque el otro equipo abandonó el campo por sus agresiones. Han de elegir: O violencia, O reglas deportivas.
Ya se está diciendo por personas e instituciones occidentales que también nos perjudicará a nosotros ese aislamiento forzado. Nos priva de energía barata y con oleoductos ya instalados y a la vez las empresas occidentales no pueden trabajar y vender allí. Cierto, esto es indiscutible. Pero la elección es clara, o paramos ahora al matón de la discoteca que le está pegando a un vecino sin culpa alguna, o dejamos que mañana golpee a todos los del barrio. Nos vemos obligados a elegir porque él inició sin motivo la agresión. Hemos de obligarle a que pida perdón, y que se comporte con reglas de convivencia en la discoteca. Él, por su mala educación (Tradición milenaria de fuerza y violencia) no lo hará de buena voluntad.
Lo que debemos hacer claramente para aislarla y que se sienta encerrada en su área sin rebote alguno – ya se está haciendo con gran maestría- es desplegar a bombo y platillo todas sus vilezas. Desde el comienzo se ha trabajado muy bien en dos caminos que llevan al mismo lugar. El primero decirle a los oponentes donde estamos, qué pensamos, qué vamos a hacer, y dejarles muy clara nuestra determinación, para que los que elijan Rusia sepan de las consecuencias, y los que están dudando que se adhieran a nuestro bando convencidos. Hemos de explicarles muy clarito “Que vamos a luchar con mucha firmeza y no pararemos hasta conseguir vencer al oponente, o morir en el intento, pero de laxitudes, nada”. Y lo segundo, para que nuestra propia población disponga de la máxima información posible, juzgue por sí mismo cada uno, y se sepa las barbaridades, atrocidades, mentiras y violaciones que constantemente en esta agresión comete Rusia. Y que sepan, además, que, si cedemos un ápice, mañana seremos nosotros las víctimas.
Encerrar en su área a Rusia consiste en que nuestras fuerzas, medios de comunicación, intelectuales, autoridades internacionales, declaren al mundo entero la barbaridad rusa y den, ellos mismos, pruebas irrefutables de su actuación a sangre y fuego, tal como ellos fueron invadidos tantas veces en la historia sin razón alguna.
Y con la creencia fundada, y ya demostrada, en el mundo del derecho y los tribunales independientes de Justicia, que denunciemos ante los distintos tribunales internacionales de todo tipo sus violencias. La destrucción de ciudades civiles, de hospitales, de carreteras y vías férreas, de la expulsión injustificada de millones de civiles de sus pacíficas poblaciones. Y, sobre todo, del genocidio que están haciendo con los Ucranianos en las “Zonas Liberadas”. ¡Dios mío!, en pleno S.XXI hablar de “Zonas Liberadas”.
Si, y mil veces sí, hemos de cerrar el área grande del equipo Ruso. Que cada balón rebotado sea nuestro. Para seguir atacando una y otra vez con el fin de hacer los máximos goles posibles. Acorralarlos en sus territorios ancestrales, que su economía se resienta cada día ante la inexistencia de ventas y compras. Que aprendan, espero que, de una vez por todas, que es el comercio el que enriquece a las naciones y estados y no las hordas de caballería de Gengis Kan. Que el futuro, claramente, es de los que mejores productos pongan en los mercados, y que los consumidores pacíficamente, y según su libre elección y conveniencia, compren, y no de ejércitos de salvajes que siempre impondrán, por la propia psicología humana del vencedor… Monopolios y Oligopolios.