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OPINIÓN

En defensa de Occidente (XXVI)

Firma del Tratado de Versalles (Foto: Imagen de archivo).
Carlos González | Miércoles 03 de agosto de 2022
El quinto e importantísimo acto, que será el último de nuestra estrategia, una vez que el árbitro pite el final del partido, y el marcador refleje la clara derrota del adversario, consistirá, como buenos deportistas, en, ¡Dar la mano al contrario vencido!

Esta actitud sí que es única de Occidente, y más aún, de ultimísima generación. Surgió tras la I Guerra mundial y el tratado que puso fin a la misma, el tratado de Versalles. Varios intelectuales europeos, como John Maynard Keynes, y también recogido en los libros de Winston Churchill, propusieron otra salida, pero no fueron apoyados por sus gobiernos, aún ávidos de venganza como orgullosos vencedores, y estos se opusieron al perdón y a la futura convivencia.

Pero, sobre todo, la reacción para cambiar en la historia vino del gobierno de los EE.UU. que abandonaron la reunión por ello. Propusieron que, en vez de aplastar a la derrotada Alemania, que se la invitase a cambiar de forma de pensar y actuar con los otros estados, e incluso ayudarla a reponerse de los efectos de la guerra, tal como luego hicieron en 1.945 con la propia Alemania y en 1.946 con Japón.

No aceptada esta postura por Gran Bretaña y Francia, se la grabó a límites de matar de hambre a su población, y solo quince años después ya apareció un tal, Hitler, que organizó la carnicería de la II.

Ya sabemos que el problema actual no es solo Putin, ni siquiera un puñado de dirigentes a su lado que propongan esta o aquella política. El problema actual es que, por sus características históricas, la Sociedad Rusa nunca fue aplastada y por ello derrotada de verdad. Estas curas de “Humildad” son las que obligan, por la fuerza de la realidad, a cambiar en los pueblos de forma de pensar. La gran mayoría de los rusos siguen pensando que son un pueblo invencible y que pueden hacer esto o lo otro y aplastar a quien sea por la fuerza.

Ese mismo pensamiento tenía Alemania hasta 1.945 y Japón hasta 1.946. Por ello es el conjunto de Rusia que debe cambiar de forma de pensar y actuar, y darse cuenta de que los tiempos en que soy fuerte por las armas y obligo al vencido a postrarse, se ha acabado de verdad. Y La mejor forma de hacerlo es demostrárselo. Demostrarles que una vez vencidos se les da la mano y se les invita a participar con su voto en un mundo de reglas. Que pasen a formar parte de los estados que se rigen por, El Estado de Derecho. Que sepan que se han de dirimir los legítimos intereses de los estados por organizaciones y tribunales internacionales y no… Por La Pura Fuerza.

Por eso se les ha de invitar a que sean ellos los que resuelvan sus problemas internos. Que formen sus tribunales y juzguen a las personas responsables de haber llevado a otros pueblos a la destrucción y de ocasionar la propia ruina de Rusia. Que por elecciones democráticas internas nombren a sus gobernantes y que sean estos los que acaben con la vieja tradición de la dictadura y la autarquía. Y que en prueba de ello lo primero que hagan es nombrar tribunales independientes que juzgue a sus Déspotas y Tiranos.

Nosotros, Occidente, hemos de facilitar a esa nueva Rusia, y a los que jugaron ese partido en su bando, que pacten con nosotros nuevas reglas de derecho para crear una Liga Deportiva en la que de futuro participen de igual a igual. Única forma de acabar con las viejas visiones de rivalidad constante, de creencias en razas, estados, naciones o etnias, unas, superiores a otras. Y de dirimir las controversias por la “Barbarie”.

Los estados creados por habitantes civilizados crean leyes, y se rigen por el Derecho y no por las proposiciones más o menos ocurrentes del visionario de turno. Esa es la “Civilidad”, y la “Civilización”, del latín, “Cívitas”, “Ciudad”, “Ciudadanos”. Eso, y solo eso, es Occidente. Pero un importantísimo paso que otros no han dado todavía.

Al terminar el partido, la contienda, el desafío que ya abiertamente ha expuesto el propio Putin de… “Enfrentamiento contra Occidente y sus reglas y formas”, no debemos tomar la más mínima represalia contra el pueblo, la sociedad o las estructuras de Rusia. Han de ser ellos, la gente civilizada que hay en su seno. Siempre la hubo, solo que vivieron aplastados.

Lo han demostrado desde hace más de dos siglos sus grandes escritores, científicos e intelectuales en general. Y que sean ellos mismos los que juzguen a sus oligarcas y tiranos, y de una vez por todas abandonen el mundo ancestral de la barbarie, el sometimiento por hambre, y la fuerza bruta, y que se incorporen con nosotros, en igualdad de condiciones, en un mundo, de verdad, Civilizado.

Igual que ahora nos toca apretar en su área, mantenerlos acorralados y no ceder ni un ápice en nuestro empeño de derrotarlos, con esa misma firmeza e intensidad hemos de procurar, una vez terminado el partido, que la sociedad rusa no se sienta humillada, y que se incorpore a convivir con nosotros de la única forma que sabe Occidente, “En Paz, Libertad y reglas de Derecho aplicadas por tribunales independientes de la jerarquía del gobierno de turno”.

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