Quedará una sanidad de beneficencia y deteriorada al máximo, casi tercermundista.
Esto tampoco se arregla con manifestaciones, ya que el sistema eso ya lo prevé y lo controla, sino con un cambio de actitud de cada uno de nosotros ante el mundo y la vida.
Si yo soy insolidario y no hago lo que tengo que hacer cómo voy a reclamar a otros, a los políticos, que lo hagan. Tendré que empezar a cambiar yo, a abandonar el individualismo, a no pensar solo en mí y comenzar a abrirme al mundo, ya que este no me va a comer. De la otra forma es como te come y, de hecho, es lo que está sucediendo.
Si no encuentro mi vocación y no me esfuerzo por hacerlo, no puedo pedir que otros como los médicos la tengan.
El sistema se vale de sus armas: el individualismo y los talonarios.