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OPINIÓN

Comienza un verano complejo

José Luis Úriz Iglesias | Viernes 19 de julio de 2024
La frase del título de esta reflexión hace referencia a tiempos convulsos como los que estamos viviendo.

Las dos guerras más importantes que sufre el mundo, en Ucrania y Gaza, lejos de resolverse cada día son más crueles y terribles. Rusia e Israel, Putin y Netanyahu se han convertido en los mayores criminales de guerra del siglo XXI.

La campaña electoral más importante que nos queda, la de EE.UU., que culmina en noviembre ha tenido diversos sobresaltos.

La resaca del primer debate entre Donald Trump y el actual presidente Joe Biden dejó a este muy tocado con cada vez más voces planteando que debe abandonar sustituido por una candidatura de mayor garantía.

Abriendo así el debate de si la edad debe ser un obstáculo para estar en política. ¿Qué es más importante la fuerza de la juventud, o la prudencia, sensatez y estabilidad de la gente mayor? Dejo su desarrollo para una posterior reflexión.

Por si faltaba algo al condimento el atentado contra Trump del pasado sábado abre numerosas incógnitas, alguna confirmación y complica aún más la situación internacional.

Los fallos en la seguridad en el país más poderoso del planeta parecen evidentes. ¿Cómo es posible que un joven de 20 años pueda cometerlo con tanta facilidad? ¿Cómo no se hizo caso a las numerosas personas que denunciaron su presencia con un arma? El recuerdo de los atentados contra los hermanos Kennedy se hace inevitable y las sospechas también.

La confirmación se refiere a que, si quedaban pocas dudas de la victoria de Trump, después de convertirse en víctima y casi en icono de la sociedad americana quedan totalmente disipadas.

La nueva llegada, parece que inevitable, de Trump a la Casa Blanca augura tiempos especialmente oscuros a nuestro ya vapuleado mundo.

En nuestro país la tensión entre los principales partidos, PSOE y PP, continúa demostrando que el acuerdo sobre el CGPJ fue un espejismo.

La ruptura de VOX con el segundo podría abrir una vía de esperanza a que emprenda una nueva senda de sensatez y diálogo, aunque los primeros indicios no apuntan en esa dirección.

El debate abierto con la emigración en general y la situación de lo que denominan para minimizar el impacto visual “menas” tiene tintes racistas.

Son niños y niñas (estas en menor cantidad) que llegan a nuestro país huyendo de las guerras, el hambre y las enfermedades. Tenemos la obligación según las leyes internacionales de acogerles y atenderles, pero también siguiendo los códigos esenciales de los derechos humanos.

La situación en Canarias, donde por cierto gobierna el PP en coalición, es insostenible con cerca de 7.000 de ellos al límite.

Resulta indignante que gentes con crucifico en pecho y de misa diaria ignoren esos códigos.

VOX acaba de romper con el PP, pero antes le ha inoculado sus malignos virus transformándoles en un partido de la nueva extrema derecha como ellos.

Por eso esa ruptura no se ha culminado y siguen gobernando juntos en cerca de 150 ayuntamientos, algunos de gran importancia.

Solo desde una reforma de la actual ley de extranjería, que obligue a un reparto proporcional de esa marea humana entre las diferentes comunidades autónomas, se podría paliar el problema. Todo ello con una adecuación de recursos de acuerdo con el estado.

Por otro lado, la terrible lacra del terrorismo machista deja un reguero de víctimas inaceptable en estos casi 20 días del mes de Julio. Algo debemos hacer; pero ¿qué?

También aquí el PP se ha contagiado del espíritu insolidario de VOX.

Malos tiempos para la lírica que no dan pie a la esperanza. No parece que el futuro inmediato nos aporte buenas noticias.

Siempre nos quedará Francia, si el cainismo de la izquierda no lo impide, o los triunfos de Alcaraz y la selección de futbol. No se conforma el que no quiere.

Veremos.

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