Hoy nuestros amigos, en su café, han hecho el propósito de no caer en la añagaza del día. El marino comenta:
—Parece que Errejón, el escopetazo de Sumar o el intento DE Podemos y de su «macho alfa» de volver al primer plano de la política, están ocupando todas las portadas, columnas y tertulias patrias, aunque la preocupación de este viejo marino camina por otros senderos.
Todo esto es chusco, aunque ni mucho menos baladí, pero lo mollar, lo que afecta al común de los mortales, está en otra pista del circo en el que se ha convertido la política española.
El presidente Pedro Sánchez, no deja de «vender» los buenos resultados de la economía española y del empleo, apoyándose en estadísticas y datos macroeconómicos.
Es cierto que, la gestión de la pandemia por el gobierno socialista fue desastrosa, sin entrar en las corruptelas que ahora estamos viendo y que se acabaran dilucidando en los juzgados. Claro que, cuando esto ocurra habrán perdido todo su interés. No olvidemos que «justicia tardía, no es justicia». Así ha pasado con tantos y tantos temas que, cuando se resuelven, ya carecen de interés y no tienen consecuencias políticas, ni se penalizan en las urnas.
Aunque, contra lo preconizan los agoreros, la gestión de la postpandemia, con sombras, tiene muchas luces, aunque el foco no se puede quedar en datos macroeconómicos, convenientemente aderezados. Hay que pormenorizar, especialmente en lo que afecta y preocupa a la mayoría de los mortales.
Bajar al detalle no tiene que ser la oposición a las declaraciones del gobierno, sino la base para poder analizar y contrastar estrategias de futuro. Aunque asistimos a una política que, todo aquello que no coincida con sus mensajes se engloban en la fachosfera, lejos de pensar que, un buen diagnóstico es el camino de la sanación de un enfermo.
Cuando pase el tiempo y se vea con perspectiva este periodo, percibiremos los negativos resultados de algunas políticas y de las oportunidades perdidas.
Interviene nuestra joven profesora:
—Al «España lidera el crecimiento económico y muestra la fortaleza de su mercado laboral» o aquella de «la economía española va como un cohete» del presidente del gobierno, expresiones llenas de triunfalismo, propaganda y nula autocrítica, habrá que ahondar en el análisis de las otras caras de la misma moneda en un tema tan importante y poliédrico.
Desgranemos un poco los datos y no nos subamos a ese «cohete» que anuncia Pedro Sánchez, no sea se trate de aquel de Tony Leblanc en aquella película —El astronauta— de 1970. Aunque el tema es importante y serio, añadamos algo de ironía.
En el capítulo económico, simplificando, vemos que el PIB agregado, al que se refieren nuestros políticos, realmente está teniendo un buen comportamiento, está aumentando con fuerza y casi triplica el ritmo en la eurozona.
Si nos quedáramos ahí, estaríamos ante ese éxito rotundo y clamoroso, aunque este milagro se queda incompleto si no vemos el PIB per cápita (el resultado de dividir el PIB por el número de habitantes) y es el que en la práctica nos interesa, porque es un indicador más fiable para analizar la calidad de vida ciudadana.
Ahí surge la gran sorpresa, el PIB per cápita español, en los últimos 15 años apenas ha crecido y desde 2019 un 0,1 %, con una renta per cápita de 25.420 €/persona, a los 25.620 € actuales.
Sin ser crueles y sin aferrarse a la cita de Mark Twain, «Hay tres tipos de mentiras: mentiras, malditas mentiras y estadísticas», una vez más y aunque «dato mata relato», en la práctica según los enfoques, análisis y la lectura de las estadísticas se fabrica el relato gubernamental de esos resultados, con lo que se enmascara el hecho de que no está mejorando nuestra calidad de vida, ni nuestro poder adquisitivo y se obvia que lastramos nuestro futuro y riqueza.
Como señalan expertos e investigadores solventes, nos estamos apoyando en el crecimiento de la población, la exportación de servicios y en el consumo público. Mientras que no nos enfocamos en un modelo intensivo en inversión, producción industrial, desarrollo tecnológico o exportación de bienes.
Sumemos la merma en la productividad, la voracidad recaudatoria fiscal y el desmedido gasto público no productivo y todo ese pretendido «liderazgo económico» se queda desdibujado.
Otra de las grandes falacias de Pedro Sánchez es que estamos «más cerca del pleno empleo».
Los hechos demuestran que, el 25 % de los parados en la eurozona son españoles o que el paro de los menores de 25 años se sitúa, según la EPA, en el 26,6 %, mientras que, a nivel mundial, según la OIT, se sitúa en el 13 %, es decir, a la mitad de lo que tenemos.
Mientras presumen de haber alcanzado «máximos históricos de ocupación», un informe de CaixaBank Research señala que el número de horas efectivas trabajadas no han crecido a esos ritmos.
Si añadimos la trampa de los fijos discontinuos que, estando parados no se computan como desempleados que, según la USO, en términos reales, estaríamos en los cuatro millones.
El viejo marino concluye:
— Una vez más, las interpretaciones estadísticas y el cohete de la economía española, como en la película, se desinfla y resulta un fiasco propagandístico. No vamos a galope de un pura sangre, como nos dicen, sino que trotamos con un pollino. Sigamos en nuestro refugio y zona de confort.
Se miran, se sonríen y se quedan mirando el mar.
Jorge Molina Sanz
Agitador neuronal
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