Los asaltos a oficinas de representación de países occidentales, por fanáticos musulmanes a cuenta del trailer de una película que supuestamente ridiculiza a su profeta, nos enseña como se las gastan algunos extremistas religiosos.
Lo grave de las actuaciones salvajes es que la violencia de la masa es capaz de asaltar, incendiar, asesinar a cuenta de una supuesta agresión ideológica sin que nadie pueda impedirlo. Estoy convencido que ninguno de los asaltantes ha visto el mencionado trailer cinematográfico. Actúan violentamente bajo las órdenes de sus líderes religiosos. Líderes religiosos que ordenan también matar a pedradas, lapidar, a la supuesta adúltera aunque no haya pruebas.
La distancia entre esas civilizaciones y occidente es de siglos. De muchos siglos y me temo que la escalada de violencia vaya a más y nos encontremos con una nueva guerra santa. Esta vez quienes atacan no son los cruzados a las órdenes del Papa. Sino ignorantes líderes del desierto que nos abocan a la guerra del siglo XXI.
En Ceuta, en Barcelona, en Ávila se esconden líderes musulmanes muy peligrosos que todas las semanas lanzan proclamas anti-occidentales y consejos para tratar a esposas, hijas y los castigos a quienes se contagien de las costumbres occidentales.
Esos fanáticos imanes están pagados. Cobran para que extiendan su ideología en nuestros pueblos. Pero nadie se molesta en buscar el origen del dinero que paga la semilla de la violencia. Es más cómodo dejarles que sigan contagiando nuestra sociedad. Quizá cuando queramos ponerle freno sea demasiado tarde.