En esta ocasión y a la vista de los resultados obtenidos en las recientes elecciones autonómicas celebradas en Galicia y el País Vasco, es menester reconocer que las empresas demoscópicas han estado muy acertadas en sus pronósticos, hasta el grado que el pasado domingo, tras finalizar el escrutinio y resultados a casi nadie sorprendieron, salvo pequeñas excepciones. Algo que como todos conocemos y originado por el “efecto cocina” no ha sucedido en otros sondeos de opinión.
Concretamente en Galicia, Núñez Feijoo, con su mayoría absoluta y tal como estaba previsto, rompió todos los moldes tras ganar tres elecciones consecutivas siendo merecedor de todas las felicitaciones recibidos. Cabe destacar que a pesar de la intensa participación de Rajoy en la campaña, sin duda con la intención de apuntarse alguna medalla, el éxito corresponde única y exclusivamente a la estrategia política desplegada por Feijoo, y así ha sido reconocido por los ciudadanos en función de la acertada y tenaz labor realizada por su presidente durante los últimos cuatro años de entrega total.
Sin duda, la citada mayoría absoluta ha reforzado la moral del PP, pero no hasta el grado que han supuesto muchos ilusos de romper el bloqueo político que muy posiblemente continuaremos padeciendo y que quizá desemboque en unas terceras elecciones a celebrar en diciembre.
Con respecto al PNV, muy en su línea, seguirá gobernando en el País Vasco. Urkullu se ha mantenido en la defensa del autogobierno pero sin saltarse la legalidad. Por su parte Bildu ha superado con creces a Podemos, pero a gran distancia para erigirse como alternativa de Gobierno. Sobre Podemos fracasaron rotundamente con respecto a su proyecto. Esperaban una cifra de diputados sensiblemente superior a los 11 obtenidos, quedando como tercera fuerza política y con la posibilidad de continuar descendiendo.
Al margen de lo sucedido en los comicios autonómicos, nuestra política, varada en el dique seco desde hace nueve meses, se ha convertido en un doloroso parto. Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, veleta entre veletas, con sus continuos despropósitos, parece disfrutar sembrando inquietud e incertidumbre entre la ciudadanía. La sola idea de que semejante personaje con su "Gobierno alternativo" pudiese regir los designios de España, resulta cuando menos sobrecogedor. Para empezar y con el tiempo ya dilapidado por culpa de este inconsciente, todo parece presagiar que nos va a salir bastante caro a los ciudadanos.
Recientemente, el iluminado Sánchez, cuya ambigüedad representa un serio problema para los socialistas, tras la fracasada investidura de Rajoy, afirmó que en sus absurdas conversaciones con las restantes fuerzas políticas no se postularía para presidir el Ejecutivo, obviamente algo que nadie se tragó a la vista de su comportamiento posterior, con sus maniobras entre el trile y la trola, logrando un nuevo desprestigio entre propios y extraños. Hasta el momento sus tretas han redundando en un rotundo fracaso, sólamente válidas para incrementar su jaez de incorregible ambicioso.
Contemplando en su conjunto, el gran problema del PSOE radica en los duros enfrentamientos que se están produciendo entre el sector crítico, formado por los disidentes, con los oficialistas defensores de las tesis de Pedro Sánchez, muy debilitado por el tremendo fracaso cosechado en las pasadas elecciones gallegas y vascas, unido a las discrepancias existentes en torno a la postura a mantener para facilitar la formación de Gobierno. En estos momentos la pugna interna ha alcanzado tal magnitud que las consecuencias que resultan imprevisibles y sin precedentes, con los consiguientes perjuicios no solo para los socialistas, sino para el conjunto de la democracia española.
El secretario general del PSOE, conocedor de la influencia de las federaciones críticas, viene pretendiendo desde hace cierto tiempo el guarecerse en las decisiones de la militancia, aceptándose que tal tipo de maniobra ya no sirve, con lo cual, resumiendo, solo restan dos soluciones: recibir el apoyo de los barones, con primarias y un nuevo congreso, o bien que el sector crítico se cargue las intenciones del líder, lo que supondría su dimisión y la designación de una gestora. Por el momento, el ejercer de profeta es muy peligroso. Las últimas noticias hacen referencia a una mayoría para destronar a Sánchez, habiéndose registrado en Ferraz, las 17 firmas necesarias para tumbar al secretario general. Todo parece indicar que el clima en la sede socialista está muy tenso amen de confuso...
Para finalizar, insistir en el empecinamiento de Sánchez consistente en pretender liderar un "Gobierno de Cambio", que no parecen encajar precisamente con las últimas seis derrotas consecutivas , unido a la ridiculez de hacerlo con sus 85 diputados, cuando menos es de lo más desafortunado. Habrá que esperar que nos depara el Comité Federal que se celebrará el próximo sábado. Lo que si parece admitirse por parte de la sociedad y por ende de miles de socialistas desencantados es que, entre los 8 años de las dos legislaturas de Zapatero y sus nubes mas los 2 años de Sánchez. les cabe el alto honor de haberse cargado un partido centenario como es el PSOE...¡¡Tiempo al tiempo!!