Como los pensadores y escritores a los que seguimos nosotros en el mundo occidental, incluyendo en este grupo a todo el mundo Islámico, es a los que su Dios ordenó en sueños huir a occidente huyendo del mundo Iraní, es decir a Abraham y sus hijos, nuestras teorías se basan en una serie de profetas que construyeron con sus conceptos todo el mundo mental en el que nos desarrollamos. Nosotros somos de una religión llamada profética –porque se basa en profetas dogmáticos- frente a las orientales que se les denomina religiones Sapienciales, porque buscaban sus grandes pensadores los mejores conocimientos en base a la sabiduría, para con ellos construir su concepción mental del mundo. En este grupo de proféticas están la Judaica, la Cristiana –con todas sus variantes rituales- y la Islámica. En las Sapienciales están la Sintoista Japonesa, La Hinduista, La Confuciana china, La Budista, y la variante de esta, El Lamaismo.
¿Qué representaban y ofrecieron todas estas grandes teorías generales del mundo en que vivimos, unos con profetas más dogmáticos, y las otras con pensadores más cercanos y humanos? Pues unas reglas de entendimiento general del mundo que habitamos y las mejores reglas de comportamiento tanto individual como colectivo que ellos podían ordenar. Luego lo único que buscaban todos ellos, con uno u otro método o sistema, era Ordenar el mundo que tenían delante. Y sobre todo, ordenar el colectivo social para tratar de corregir o impedir los constantes conflictos sociales.
Como su base de conocimientos reales era muy pobre, hemos de admirarles porque consiguieron grandes resultados aún con tan poca materia prima. Creían que la tierra era plana. Que un Espíritu o Dios había creado su mundo en un momento determinado pero no más allá de cinco o diez mil años antes. Cualquier conocimiento real de la tierra, el agua, las rocas o las montañas era un mero misterio. Igual de misteriosa se les presentaba la reproducción, las relaciones sexuales, la alimentación o la trasmisión de enfermedades. Más aún, la mera enfermedad era todo un mundo oculto de estados diferentes del individuo.
Pero no obstante supieron que lo más importante era la paz entre sus miembros -todas lo defienden- las reglas sexuales, las de la alimentación, o las de la convivencia alrededor de sus templos y lugares públicos comunes.
Lo cierto es que esas creencias, dogmas, mitos y ritos eran enseñados de forma fanática a los menores -todas por igual- y con ellas debían construir sus vidas y sus relaciones sociales. Y es verdad que con ellas todos los pueblos y civilizaciones consiguieron sobrevivir y llegar hasta nuestros días. Luego estaban bastante acertadas en los comportamientos sociales, porque aunque no supieron explicarlos conceptualmente sí supieron extraer de forma críptica las reglas fundamentales del comportamiento humano, y construir una serie de reglas de convivencia social que, en muchos territorios, aún perduran en estos tiempos.
Bien es cierto que desde los pensadores Helenos hasta aquí ha habido un terrible conflicto entre aquellas creencias y dogmas y las leyes de la naturaleza probadas y contrastadas que se iban descubriendo. Huelga hablar aquí sobre si la Tierra es plana o redonda, o si nuestro planeta es el centro del universo o una mota de polvo en medio de la galaxia. Costó miles y miles de vidas. No digamos nada de la Medicina.
Pero a las grandes religiones hemos de estarles agradecidos, ellas nos sacaron del barro de la simple animalidad, nos enseñaron a pensar, a estudiar y a descubrir. Por ello todas sus teorías y principios, así como sus dogmas fundamentales, han de ser preservados en las bibliotecas y museos y ser estudiados por verdaderos especialistas. Pero allí han de quedar.
Han sido nuestras abuelas, lo mínimo que tenemos que estarles es… agradecidos. Pero ya sabemos, las abuelas…las abuelas han de ser enterradas en paz, porque lo único en lo que debemos pensar es en el futuro de nuestros hijos y… Nietos…