Pero lo más importante, lo que pretendo resaltar ahora, es que solemos actuar con el pecho muy inflado creyendo que somos algo o alguien, y lo que no hacemos es ser humildes y darnos cuenta que todo lo que somos, incluso, o por supuesto, todo lo que pensamos, ya ha sido creado antes de que nosotros obtuviésemos la más mínima conciencia de nuestra existencia. Qué orgullosos nos sentimos, y no nos damos del todo cuenta que no somos más que un producto de la naturaleza y que todo lo que hay y habrá en nosotros, no es de nuestra creación o invención, sino la respuesta a un medio ambiente, que además, también ha sido creado al margen de nuestra voluntad. Todo, incluso nuestra existencia nos ha venido dado. Y nos han creado de esa manera. Con todos los atributos de los que disponemos.
¿Qué es lo único que podemos hacer? Ser conscientes de ello, volvernos más humildes, y estudiar hasta lo más mínimo cómo somos de verdad, cuáles son las leyes que nos rigen y cómo se comportan estas. Es cierto que aún pervive una gran polémica entre los que creen que un Dios –sea el que fuere- creó el mundo un día y los que siguiendo los conocimientos y las teorías científicas prefieren pensar que fue el Bing Bang el que explotó hace 15.000 años y dio lugar a todo lo que somos. Pero esa polémica acaba aquí, nos haya creado quién fuera, lo cierto es que no lo hicimos nosotros, que todo, incluso nuestra capacidad de estudio, nos viene dado, y que nuestro deber es desarrollar esa facultad y aprender lo más que podamos de qué estamos hechos, y como debemos comportarnos para una mejor convivencia que nos haga sobrevivir como Especie en las mejores condiciones posibles. Ese y no otro es nuestro deber. Cuando ya dispongamos de esos conocimientos que cada uno actúe como crea conveniente, pero ya sabrá que será responsable si contraviene las leyes que nos han creado y que nos mantienen vivos. Y esa Naturaleza se lo hará pagar con su destrucción.
Hasta ahora nos hemos inventado un montón de creencias, de reglas de la existencia, e incluso creemos que son de nuestra invención. No somos humildes y nos damos cuenta que esa capacidad de pensar y de inventar, también ha sido creada al margen de nuestra voluntad. De una vez por todas hemos de ser conscientes que cuanto mejor conozcamos las leyes de la naturaleza, mejores decisiones podremos tomar.
Como todos estos escritos llevan por título general, Del Kaos al logos, en principio, tanto a cada individuo al despertar de su toma de conciencia, como a los mejores pensadores de cualquier grupo que ha de tomar decisiones generales para el conjunto, esa naturaleza, esa Vida, se le presenta como el Kaos. Ese revoltijo de hechos se desarrollan por sí mismos, al margen de nuestra voluntad, y constantemente nos generan una gran hostilidad por el dolor que nos infligen. Todo ello nos parece el desorden, lo experimentamos con una gran violencia y ante todo, temor.
Frente a toda esa brutalidad lo que queremos es entender algo y buscar la forma de alcanzar algún orden, algún Logos, por pequeño que este pueda ser. Para ello nuestro profeta, Aristóteles, nos ha dicho que debemos observar, estudiar, acumular información, relacionar hechos, y comprobar las constantes repetitivas que se van produciendo. Cada vez que regamos una planta esta mejora, luego sacamos la ley física de que las plantas necesitan agua. Con esto y muchos más conocimientos hemos conseguido dominar más o menos la ciencia de la Agricultura.
Lo que han hecho todas las culturas, siendo además una de las mejores formas de ordenarlas en importancia, es acumular los mejores y mayores conocimientos posibles de esa Vida que tenían delante y de la que formaban parte. A los individuos las sociedades en las que nacen, tanto a través de la educación familiar y tribal, como con la formación más técnica, se le explica cómo funciona la naturaleza y le facilitamos armas con las que defenderse y pervivir en el juego de la existencia.
Sobre el autor
Carlos Gonzàlez-Teijòn es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, y de reciente aparición El Sistema, de editorial Elisa.