Por fortuna no es algo nuevo en la historia de la humanidad, es el mismo cambio que se ha producido en muchas otras disciplinas científicas. Unas de las más importantes, y clarificadoras, la Agricultura, y la Medicina. Ahora, copiando de esas materias tan importantes, debemos sostener que también en el comportamiento social, en la educación de los jóvenes y, sobre todo, en la organización de un estado (Grupo social organizado con el que hoy convivimos) se ha de analizar y actuar de forma técnica y científica, y no usando creencias y dogmas más propios del mundo mítico y supersticioso.
Ya sabemos que ante sus grandes desconocimientos de la naturaleza real, los antiguos debieron basarse en grandes elucubraciones. Y también reconocerles que manejaron teorías no demostrables que ayudaron mucho a que, cuando se dispuso de ciertos conocimientos contrastados de parte de esas teorías, se pudiese avanzar y llegar a descubrir otros muchos que en principio parecían, cuanto menos, absurdos. Pensemos en Demócrito y Leucipo y su teoría de los átomos. Y también es cierto que nuestro Profeta, Aristóteles, no sabiendo nada de lo que no fuese la materia, nos introdujo en un juego macabro, al proponernos el estudio, aún hoy no superado, de lo que Él le llamó, La Metafísica. Nos hizo reflexionar y aprender del mundo de la ideas y los razonamientos, aunque nadie serio sabe qué narices es eso de la Meta…Física.
Es decir, donde los antiguos no llegaron ni de lejos, inventaron sus sueños, suposiciones y novelas de aventuras, cual quijotes. A esto le llamamos, Mitos. Ya es hora de superar todas las religiones, también las actuales. Ya no podemos analizar míticamente un conflicto, hemos de hacerlo con conocimientos contrastados. Por cierto, de los que ya disponemos y se manejan en las mejores universidades. E, igual que en la Agricultura y la Medicina, se dejó de danzar a la lluvia, o de rezar a los dioses para que nos curase a nosotros o a nuestros familiares, ya va siendo hora que dejemos de hablar y aplicar Mitos para analizar y resolver un problema social. Hemos de hacerlo, ya, con conocimientos técnicos y comprobando cómo operan nuestras decisiones, y cómo podemos aprender a resolver mejor nuestros problemas con el tiempo y la práctica.
El Nuevo logos que debemos elaborar, para aplicarlo como método de trabajo, es el conjunto de conocimientos reales que se dominan en las mejores universidades acerca del comportamiento del ser humano individual y de los colectivos humanos. La TGC y sus Leyes del conflicto ayudan un poco en ese sentido. Lo mismo que en medicina aplicamos los conocimientos del cuerpo humano y su funcionamiento para saber dónde está la enfermedad y como curarla o paliar sus efectos.
Al pasar al Logos del Conocimiento ya no hablaremos a los jóvenes, ni arengaremos a las masas con las palabras Mágicas de: Libertad, Igualdad y Solidaridad, Ética o Justicia. Mitos de la revolución francesa. Si no que hablaremos a los ciudadanos, y sobre todo a los alumnos, que todo es cuestión de “Equilibrio social”, y en que sepamos establecer un escalera de subida por la que todo el mundo vea que avanza hacia un mundo más válido para todos. Que la clave está en que debemos formar mejor a nuestros jóvenes, alimentar lo mejor posible a toda la población, disponer de una sanidad accesible para todo el mundo, y que nuestro aire, suelo y mares estén limpios. Que podamos construir un espacio mejor para todos, para todos, y que podamos, no solo dejárselo a nuestros hijos y nietos, sino enseñarles cómo deben seguir mejorándolo.
Este nuevo Logos ha de estar basado en el estudio, el conocimiento y la demostración. Lo que harán los ciudadanos es comprobar que son reales esos conocimientos y por ello los comprenderán, y los harán suyos. Han de desaparecer las “Creencias” y los actos de “Fe” y pasar a un mundo de comprensión y demostración. Lo demás todo son fantasías que tarde o temprano…Terminamos pagando muy caras…
Sobre el autor
Carlos Gonzàlez-Teijòn es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, y de reciente aparición “El Sistema”, de editorial Elisa.