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OPINIÓN

Argentina se “chaviza”, para eso se hizo la cuarentena

“Hay quienes piensan distinto a mí, incluso yo, al cabo del tiempo, pienso distinto a mí”, J.L. Borges.

Alejandro A. Tagliavini | Miércoles 10 de junio de 2020
El mundo vive un “estado de miedo”. A partir del partido comunista chino y la OMS -burocracia dirigida por un ex integrante del gobierno marxista de Eritrea, se instaló el terror por una “pandemia” que muestra ser, como adelantaron especialistas serios como Pablo Goldsmith, otra gripe: al Covid 19 se le atribuyen unas 420.000 muertes mientras que la OMS estima que anualmente por influenza mueren hasta 650.000.

Y el miedo provoca a la violencia que sojuzga, por eso el ¡No tengáis miedo!, con el que Juan Pablo II saludó desde de San Pedro, al iniciar su Pontificado, en 1978, fue su lema. Sabía que el coraje es el opuesto a la violencia y así volteó a la URSS, sin sangre, sin guerras, pacíficamente.

Gracias al miedo forzaron “cuarentenas” con el monopolio de la violencia estatal y los ciudadanos viven entre el temor al virus y a ser encarcelados si desobedecen el confinamiento. Y las justifican ridículamente, como el “informe” del fallido Imperial College que asegura que el confinamiento en 11 países de Europa ha evitado más de tres millones de muertes. “Ciencia” ficción.

Por su parte, economistas como Juan Ramón Rallo, sin que le importe el derecho humano de la libertad, dice que muchos pensarán “que han sido las medidas de distanciamiento físico decretadas por el Gobierno las que han hundido la economía… En ausencia de imposiciones gubernamentales, dirán, tal vez el número de muertos hubiese sido mayor, pero buena parte de la economía seguiría en funcionamiento… conclusión… esencialmente errónea: incluso sin medidas de distanciamiento físico impuestas… los propios ciudadanos las aplicarían… hundiendo… la actividad económica…”.

En primer lugar, no hay evidencia de que “el número de muertos hubiese sido mayor” sino lo contrario. Pero aun si los ciudadanos aplicaran las mismas medidas voluntariamente -dudo que lo hicieran de no ser por el pánico difundido por los gobiernos- la diferencia sería enorme: en un caso es la violencia estatal reprimiendo al mercado, en el otro es el mercado que busca su desarrollo y equilibrio.

Esta violencia, las cuarentenas, producen daños globales enormes y los desnutridos aumentarán por millones. En Argentina, por caso, el Estado se agrandó y su última acción fue la intervención y futura expropiación de Vicentin, la mayor comercializadora de soja, que es una de las mayores exportaciones del país, como el petróleo para Venezuela.

Como señalan I. Cachanosky y A. Etchebarne, “expropiación en labios de un gobierno que ha elogiado… (a) Maduro… genera honda preocupación… no es la primera… y lo más grave es que probablemente no será la última”.

José Luis Espert, economista y político, escribió que el presidente dijo “que quieren… asegurarse la soberanía alimentaria”. Según Víctor Salmerón, en 2007, Chávez anunció la “soberanía alimentaria”, y hasta 2012 el Estado tomó el control de 26 empresas en el sector de alimentos y fundó compañías de helados, sardinas y atún, expropió silos, centros de acopio y seis millones de hectáreas.

La tendencia en Argentina es hacia el chavismo, más allá de la ideología, por inercia, porque con la cuarentena agrandaron mucho al Estado mientras destruyen al sector privado y, en un círculo vicioso, a medida que las empresas vayan quebrando, siguiendo la misma ideología serán expropiadas y Estado tendrá el peso, y el autoritarismo, del venezolano.

*Asesor Senior en The Cedar Portfolio y miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California