Carlos González | Jueves 23 de julio de 2020
Ya se ha explicado que, la Razón, el Razonar, es un concepto aún no fijado uniformemente por la ciencia. Se habló popularmente de la misma en varias acepciones, ahora nos fijaremos en dos claras...
Por un lado se dice “Sé razonable”, y ello quiere decir aplicar lo que creemos, lo que hoy practicamos. Es el acto de seguir fundamentalmente las instrucciones de nuestros mayores. Por eso se dice que actuó Razonablemente. Por otra parte, ya en los estudios del cerebro, con términos científicos, se dice de la Razón que es la cualidad de aplicar los máximos conocimientos posibles sobre una decisión, y no seguir los puros instintos. Por eso cada persona actuará, aún con la razón, en función a sus experiencias, su formación o su conocimiento preciso teórico y práctico sobre ese supuesto. No hay una Razón, sino millones.
Hoy estamos estudiando qué es lo que pasa en Cataluña. Sobre esto creo que los líderes del independentismo están llevando a cabo todo su esfuerzo persiguiendo sus deseos y sueños, a la vez que no se paran a aplicar conocimientos racionales para analizar su posible triunfo o fracaso. Es cierto que a lo largo de la historia la independencia de Suiza o de Holanda se logró luchando contra imperios de la época, y no digamos ya de la independencia de Irlanda en 1.921, contra el todopoderoso Imperio británico. El problema es saber que aquellos tiempos nada tiene que ver con los actuales. Que entonces hablábamos de naciones más o menos independientes y de aliados claros de unos y de otros. No se hubiese conseguido independencia alguna sin la lucha directa de los nuevos aliados, a su vez viejos enemigos de la nación partida. Todo el mundo sabe que el rey de España, Carlos III, de su peculio particular, regaló ciento cincuenta mil uniformes al incipiente ejercito norte-americano de George Washington, y que sin la armada francesa –enemiga acérrima de Inglaterra- al mando de Lafayette, puede que jamás los EEUU. consiguiesen su independencia. Aquí, hoy, solo hay aliados en toda Europa, y conseguir la independencia consiste en enfrentarse a todos para no ser apoyado por nadie. Miento, serían apoyados por Rusia o China. Si los dirigentes catalanes quieren esos aliados que lo digan, igual que acaba de hacer el nuevo presidente de la R. Checa.
Los deseos, sueños e ilusiones, son los que componen nuestra vida, sin ellos no seríamos humanos. Pero el problema es saber –aplicando la cabeza, la razón, los conocimientos, lo que nos hace adultos- si esos sentimientos muchas veces infantiles, o en el mejor de los caos, adolescentes, si es posible alcanzarlos, o no. Aplicado a este problema comprendemos que es eso de, aplicar la Razón.
Los conocimientos de la política, -estudio de aliados y enemigos, fuerzas propias y fuerza de los contrincantes- del derecho –leyes positivas aplicables en ese momento- y de la economía y el comercio, nos dice que la independencia de Cataluña, dado el marco de alianzas europeas, el Derecho del Estado español y las relaciones comerciales del entorno, nos demuestran a manos llenas que la consecución de esos objetivos parece casi imposible.
Defender la posible independencia de Cataluña nos llevaría a una Europa de más de ochenta nuevas naciones. No creo que los propios catalanes -que no quieran defender el absurdo para conseguir sus objetivos- digan que les parece razonable partir Francia en veinte o treinta naciones, a Alemania en diez o doce, y la Joven Italia, que lleva poco más de ciento cincuenta años unida, dividirla de nuevo en ocho o diez nuevas naciones. El actual Reino unido serían cinco. En fin…
En la aplicación del derecho, sin entrar en las profundidades de los tratados que España tiene firmados con Europa, defender que pueda vulnerarse el derecho de un estado con constitución vigente significa caminar hacia el abismo de las leyendas pre- Artúricas. La propia Cataluña nunca podría existir, porque cualquier ayuntamiento podría, por mayoría absoluta de sus concejales, decidir lo que creyeran conveniente. No podría aplicárseles las leyes del estado, porque hoy, en Cataluña, se defiende que pueden ser rotas y no cumplidas. Volveríamos al simple estado de la fuerza física del conde o marqués del momento. Algo ya muy superado.
En cuanto a la economía y el comercio, ¿Cómo puede implantarse la nueva Cataluña si dice que se enfrenta a quien sea, en defensa de sus intereses, y no respeta más que la voluntad de su Parlament?. Eso es, lo que ya conocemos hasta la saciedad… la Guerra.
La aplicación de los conocimientos del momento histórico y la plasmación de la Sociología nos dice que no es razonable, hoy, en este contexto, defender la independencia de Cataluña.
Sobre el autor
Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, El sistema, y de reciente aparición Psicología de virtudes y pecados.
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