El monopolio después, y esto es lo paradójico, está en manos de las compañías farmacéuticas o multinacionales que impiden que se liberalicen las patentes sin que se puedan producir de modo masivo. Esto quiere decir que los países más pobres esperan y esperan hasta que la vacuna les llegue y si es que es así.
Solo esperan ganar dinero mientras que en otros países la gente muere.
Tal es la 'cara b' de estos laboratorios.
La competencia entre empresas no es algo interesante para el bien público y la salud de las mayorías dado que, aunque esto se siga poniendo como bueno a la hora de generar mayor productividad y calidad de vacunas, finalmente se ve en la práctica que estos descubrimientos no redundan en el beneficio común.
Se trata de una cosa monopólica: ellos tienen el control absoluto y lo irán esparciendo a cuentagotas.
Conclusión: somos los ciudadanos los que tenemos que ir viendo y actuando en plataformas de denuncia de estos hechos en forma de presión a nuestros gobernantes para que finalmente las vacunas sean de todos y para todos.