Esta mañana el marino tenía sobre la mesa una serie de gráficos con datos macroeconómicos y con el primer sorbo del café comenta:
—En 1973 se crea el Grupo de los Siete, más conocido como el G7. Los miembros eran Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido. Esos países reunían el 65% del PIB mundial con una población del 10%. En 1999, en un intento de incluir a las potencia emergentes, se crea el Grupo de los veinte, conocido como el G20.
Viendo los países que componen estos clubes, la pregunta es por qué España no pertenece a ninguno de ellos. Esto vislumbra nuestra escasa relevancia en ciertas esferas y la carencia de una política exterior de país, con independencia de quienes gobiernen.
Enfrente tenemos otro grupo que se constituye formalmente en 2008, conocido como los BRICS, un grupo que incluye a Brasil, Rusia, India, China y posteriormente, en 2011, Sudáfrica.
Este grupo incluye a países con una gran población y superficie que, según algunos analistas, predicen que puedan convertirse en las economías dominantes para el 2050.
Aunque recientemente saltaba a los medios especializados un gráfico de Acom Macro Consulting, una empresa de consultoría e investigación macroeconómica del Reino Unido. En este gráfico se ve que en el 2020 la intersección entre los BRICS y el G7 ya se ha producido.
Este nuevo escenario modifica algunas cosas y debería llevarnos a reflexionar, porque si es bueno que todos los países progresen, nos deben preocupar que en los últimos veinte años se haya perdido dentro de la UE capacidad de innovación, crecimiento, deslocalizando la producción y la transferencia tecnológica a terceros países.
La joven profesora exclama:
—En materia de economía, gráficos y especialmente de estadísticas, siempre es bueno dar una segunda lectura y no necesariamente por aquello que dijo Mark Twain: «Los hechos son tercos, pero las estadísticas son más flexibles» —suenan risas—, sin entrar en la «flexibilidad» estadística, es bueno acudir a diferentes fuentes para constatar informaciones y para tener un escenario cierto que ayude para formular estrategias y marcar el rumbo del crecimiento económico.
El gráfico de esta compañía inglesa especializada en macroeconomía puede, en un principio suscitar preocupación, especialmente en determinados ámbitos, aunque contrastando con el gráfico del Banco Mundial, en esta materia, se puede ver claramente que eso no verdad, aunque viendo la evolución desde 1980 si se podrían extraer algunas conclusiones y lecturas complementarias que en ciertos «círculos» empiezan a preocupar.
La primera es que, hasta el cambio de siglo, el peso específico de los países que componen el G7 y los BRICS las líneas que medían esos parámetros eran casi paralelas, pero que en estos últimos 20 años se puede ver que las cifras del G7 empiezan a ser descendentes, mientras que los BRICS están línea es ascendente.
De prolongarse en el tiempo, máxime con las políticas macroeconómicas, de deslocalización, transferencia tecnológica y medioambiental de la mayoría de los países del G7, frente a la laxitud y falta de respeto a los derechos y condiciones laborales, la ausencia de compromiso en materia de contaminación medioambiental, con prácticas monopolísticas o dumping fiscal de los BRICS se puede augurar que este escenario se puede producir más pronto que tarde.
El marino comenta:
—Con independencia de que este siglo XXI nos esté trayendo ese traslado geopolítico del Atlántico al Pacífico, todo esto nos debería hacer reflexionar y no pensar que estos datos son «macroeconomía» y que sus consecuencias nos cogen muy de lejos y que carecen de importancia para nuestro día a día.
Esto que, además puede ser una visión muy cortoplacista, no es visto de igual forma en ciertos círculos de poder y económicos preocupados por la deriva lenta e imperceptible de la ralentización de ciertas economías respecto a otras.
No será un problema inminente, pero algunos le están empezando a «ver las orejas al lobo»
La profesora añade:
—Mientras nosotros, sin el más mínimo espíritu crítico, nos hemos adherido a todas las doctrinas que emanan de la Agenda 2030, un ideario infantiloide, aceptado de forma generalizada sin que haya mediado discusión, análisis y aprobación de cada uno de los países.
Nadie, salvo que sea muy perverso o un negacionista recalcitrante, puede permanecer insensible a unos objetivos tan ilusionantes como acabar con la pobreza, el hambre, la paz, la justicia o una educación de calidad universal.
Aunque hay que ser muy iluso, o lo peor, un embustero e infame si se piensa que todo eso se puede hacer de forma absoluta, menos en un periodo tan corto, sin obligar a aquellos países que más contaminan o los que carecen de hábitos democráticos o los que no respetan los derechos humanos.
El marino remata:
—Una vez más, tanto con lo de los BRICS o la fantástica Agenda 2030, usaré el refranero y diré: «Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar». A lo mejor eso es lo que se podría aplicar.
Suenan risas, se levantan y se van a disfrutar del sol y el mar.
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