Si además dicha persona tiene unos componentes psicológicos y de personalidad tan especiales, dicho cartel debe ir acompañado de una serie de luces rojas intermitentes a su alrededor, acompañado de sirenas estruendosas.
Esa es la visión que me viene y debería venir a quienes tienen algo que decir sobre el tema, después de lo ocurrido en el pleno del Congreso del pasado martes a cuenta de la famosa ley de amnistía.
Dicen que la cara es el espejo del alma. Ver ese día después de la votación las caras de diputados y dirigentes de PSOE, Sumar, Podemos, ERC, PNV, Bildu y BNG, su seriedad y cabreo contrastaba con la luminosidad y alegría que se apreciaba por el contrario en los de PP y VOX.
Incluso diría que los de Junts acabaron en el bando de los primeros conscientes de la barbaridad que acababan de cometer.
¿Todo por una sola persona? Quizás lo más esclarecedor después hayan sido las reflexiones de quien paradójicamente está en su misma situación a favor del voto a la ley, Marta Rovira, porque su generosidad la lleva a anteponer el beneficio para centenares de afectados al suyo propio.
Recuerda la diferencia entre dar la cara como hicieron Junquras y los que se quedaron y la huida escondida en el maletero de un coche del propio Puigdemont.
Quizás cuando pasen los años la historia pondrá a cada uno en su lugar y de ello podría hablar el Lehendakari Urkullu cuando escriba sus memorias.
Ahora, esa lamentable figura emerge de nuevo desde su Waterloo. Lamentable para los españoles, para los catalanes, para los afectados, incluso para los propios independentistas.
¿Qué consecuencias puede traer ese desvarío?
De momento el riesgo de que en estos días que pase por la comisión de justicia no se muevan las posiciones actuales y para jolgorio de las derechas extremas la ley caiga y entonces todos “jodidos”.
Si se hubiera aprobado el martes, en el peor de los casos él y unas pocas personas más podían quedar excluidas, pero los cerca de 1.500 restantes podrían ya respirar tranquilos.
Pero lo más grave es que precisamente las razones del PSOE y el resto para no rectificarla era blindarla sin cometer ningún desliz que pudiera afectarla en la revisión del Tribunal Constituciones. Es lo que la ceguera y torpeza de Puigdemont no ha acabado de entender.
La segunda consecuencia y más grave aún, es que a raíz de este conflicto la posición de Junts se vuelva más intransigente aún y conduzca a la no aprobación de los próximos presupuestos y como consecuencia, aunque pudieran ser prorrogados a una debilidad extrema del actual gobierno.
Todo ello para la felicidad extrema de PP y VOX. Chapó señor Puigdemont, chapó, es usted un genio.
Ya se sabe que si su presión llevara a nuevas elecciones qué pasará. Ni diálogo, ni amnistía, ni acuerdos, ni cesiones a Catalunya, sólo sangre, sudor y lágrimas de nuevo.
¿Cómo evitarlo?
Estas situaciones sólo se arreglan si la insensatez del sujeto trae consecuencias electorales negativas, más aún si resultan catastróficas.
Si eso sucede en las elecciones europeas y si el gobierno pudiera sobrevivir a pesar de Puigdemont hasta las catalanas y se produce el batacazo de Junts.
También y sería lo milagroso, si la sensatez volviera a este personaje en un momento dado. Pero eso hoy parece extremadamente improbable.
El Kontuz del título va dirigido a él, pero recordar que, en su coche en esa noche oscura, con niebla, lluvia, viento y por esa carretera llena de curvas nos lleva a 44 millones de ciudadanos.
Veremos...