Dentro, la situación de tensión y crispación política alcanza límites que nunca habíamos conocido.
Las derechas, la extrema derecha y especialmente la derecha habitualmente moderada y ahora igualmente extrema, siguen sin admitir su derrota que entendían cantada el 23-J del pasado año.
Y este fenómeno ocurre porque no acaban de comprender que vivimos en una democracia parlamentaria y que para acceder al poder no basta sólo con ganar las elecciones, como efectivamente hicieron, sino que hay que sacar mayoría absoluta en la votación del Congreso, que sí consiguió Pedro Sánchez y su PSOE aliado con Sumar.
Desde ese instante enrabietados y dirigidos ideológicamente por un tenebroso trío, Isabel Díaz Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez, José María Aznar, no han dejado de poner palos en las ruedas del gobierno progresista.
A veces el árbol no nos deja ver el bosque y la maraña que han ido tejiendo de ruido, descalificaciones, enredos, bulos y mentiras nos impide darnos cuenta que lo que está ocurriendo tiene una dirección internacional, concretamente desde EE.UU.
Allí Steve Bannon ha vuelto a conseguir que Donald Trump acceda a la presidencia del país más poderoso del mundo, esta vez apoyado por un cada vez más influyente Elon Musk, casualmente el hombre más rico del mundo.
Su conexión en nuestro país es a través del siniestro Miguel Ángel Rodríguez, que ha encontrado la marioneta diabólica ideal para llevar a cabo sus tropelías; Isabel Díaz Ayuso.
Hasta ahora el gobierno progresista ha ido aguantando a duras penas sus envites, quizás porque su presidente se ha convertido en un maestro en el “manual de resistencia” que publicó.
En el futuro es probable que este periodo y esa resistencia tenaz sea estudiada en las universidades de todo el mundo.
Debemos reconocer que Sánchez ha sido capaz de tejer complicidades y apoyos no solo con las izquierdas centrales y periféricas, Sumar, Podemos, ERC, Bildu, BNG, sino que además ha incluido para que dieran los números a la derecha periférica, más progresista el PNV y más derechista Junts.
Pero en la parte final del año se han producido algunas quiebras con estos últimos, en especial con los de un impredecible Puigdemont, que abren un periodo incierto de cara al próximo año.
Durante los primeros meses debe conseguir Sánchez y su gobierno los apoyos necesarios para aprobar sus presupuestos, que garantizaría el agotamiento de la legislatura hasta 2027 y allí como dicen “dios dirá”.
Dos escollos parece que van a surgir, el citado Junts y un Podemos que comienza a poner en práctica un juego peligroso recordando de nuevo la cita de Lenin: “izquierdismo enfermedad infantil del comunismo”.
Ambos se arriesgan a que ese juego perverso nos lleve a unas nuevas elecciones, donde caben pocas dudas de que PP y VOX lograrían la mayoría absoluta y como dice el dicho popular, “para entonces todos calvos”.
Feijóo con mayoría absoluta arrasaría a la izquierda y a los nacionalismos, pero especialmente a Jnts y Podemos, que no les quepa ninguna duda.
Se abren pues incertidumbres profundas de cara a este 2025 que nos llega de momento virgen.
Todo ello aquí y fuera la situación, especialmente para las fuerzas de izquierdas resulta igual de pesimista o más.
No quisiera terminar con un sentimiento pesimista y catastrofista, pero esto tiene muy mala pinta.
Veremos...
Si (
No(
