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Padiernos: Un retrato demográfico y patrimonial en el Valle de Amblés

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Ubicado a apenas 14 km de Ávila capital, en el corazón del Valle de Amblés y rodeado por las estribaciones de la Sierra de Ávila, Padiernos se erige como un municipio de 37 km² y una población que oscila entre 275 y 287 habitantes. Con una altitud media de 1.103 metros, este pueblo combina la austeridad del paisaje castellano con una historia que se remonta a la Edad del Hierro, evidenciada en su patrimonio arqueológico y arquitectónico.


Patrimonio: Entre castros celtas y ermitas reconvertidas

Padiernos guarda en su territorio vestigios de un pasado remoto. Destaca el Castro de los Castillejos, un asentamiento vetón del siglo IV a.C. ubicado en un cerro estratégico, donde se han hallado restos de cerámica, herramientas de hierro y estructuras dedicadas a la ganadería y agricultura. Este yacimiento, excavado en el siglo XX, revela la vida de una comunidad organizada en tres recintos: dos para viviendas y otro para el ganado.

En cuanto a su patrimonio religioso, la Iglesia Parroquial de Padiernos se alza sobre lo que fue la ermita de la Virgen de Gracia. Su construcción incorporó columnas de la antigua ermita de San Clemente, situada en el Valle del Otero, un núcleo poblacional anterior al actual. Aunque no se detalla su estilo arquitectónico, esta reutilización de materiales refleja la adaptación histórica de las comunidades rurales.


Población: Entre el envejecimiento y la leve recuperación

La demografía de Padiernos es un espejo de la España rural. En 2024, el municipio cuenta con 275 habitantes, de los cuales 150 son hombres y 125 mujeres. La estructura por edades evidencia un envejecimiento acusado: el 29.5% de la población supera los 65 años (81 personas), mientras que solo el 15.6% son menores de 18 años (43 personas). Los datos de nacimientos y defunciones muestran una tendencia preocupante: en 2022 no hubo nacimientos y se registraron 8 fallecimientos, perpetuando un saldo vegetativo negativo.

No obstante, Padiernos ha experimentado un ligero repunte poblacional en la última década, pasando de 256 habitantes en 2010 a 275 en 2024, atribuido parcialmente a la construcción de urbanizaciones que atraen a nuevos residentes. Este fenómeno, sin embargo, no compensa la pérdida histórica: en 1900 superaba los 500 habitantes, cifra que se desplomó durante la emigración masiva de los años 60.


Economía: Agricultura, ganadería y la sombra de la España vaciada

La economía de Padiernos se sustenta en actividades agropecuarias tradicionales, herencia de su pasado vetón y romano. La proximidad a Ávila (14 km) sugiere que parte de la población activa se desplaza a la capital para trabajar, dada la escasez de oportunidades locales. Aunque no hay empresas registradas de relevancia, el municipio alberga una pequeña población extranjera (5.57% del total), principalmente de Marruecos y otros países africanos, vinculada probablemente a labores agrícolas.

Un dato llamativo es el pico estacional de población, que llegó a 984 personas en 2015, posiblemente asociado al turismo rural o a segundas residencias. Sin embargo, este flujo no se traduce en dinamismo económico permanente, y la densidad poblacional sigue siendo baja (7.27 hab./km²).


Gobernanza y futuro: Retos ante la despoblación

El municipio está gobernado por Adrián Sánchez Sánchez (XAV), al frente de una corporación municipal de 7 concejales. Entre los desafíos prioritarios destacan:

  1. Frenar el envejecimiento: Con un 4% de la población mayor de 90 años, urge políticas de apoyo a la tercera edad y atracción de jóvenes.

  2. Revitalizar el patrimonio: El Castro de los Castillejos y las rutas históricas, como la calzada romana del Puerto del Pico, podrían potenciarse como recursos turísticos.

  3. Mejorar la conectividad: Aunque atraviesa la carretera N-110, la falta de servicios básicos y empleo local limita su desarrollo.


Conclusión: Un pueblo que resiste al olvido

Padiernos encapsula la dualidad de la ruralidad española: un legado histórico invaluable —desde los vetones hasta las huellas romanas— y una realidad demográfica frágil. Su futuro dependerá de equilibrar la preservación de su identidad con estrategias innovadoras contra la despoblación. Mientras tanto, sus calles, habitadas por menos de 300 personas, guardan la memoria de un pasado que aún late entre las piedras de su iglesia y los muros del castro.

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