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Naturávila: El Oasis Deportivo y Turístico que Corona Ávila

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A tan solo tres kilómetros de la imponente muralla de Ávila, donde la historia susurra en cada piedra, se alza un enclave que combina naturaleza, deporte y ocio con una armonía casi poética. Naturávila, el mayor complejo turístico y deportivo de la provincia, despliega sus 140 hectáreas como un lienzo verde, un refugio donde el bullicio urbano se desvanece y el aire fresco de la dehesa abraza a quienes lo visitan. Desde su inauguración en 1999, este espacio ha sabido transformarse en un referente nacional, un lugar donde la tradición y la modernidad se dan la mano bajo un cielo que parece infinito.

Ubicado en la antigua dehesa agropecuaria de El Fresnillo, Naturávila no es solo un complejo, sino un proyecto ambicioso que respira respeto por el entorno natural. Sus instalaciones, perfectamente integradas en el paisaje, ofrecen un abanico de posibilidades que seducen tanto a los amantes del deporte como a quienes buscan un retiro de paz. El corazón de este lugar late con fuerza en su campo de golf, Naturávila Golf, diseñado por el prestigioso Carlos Corsini. Con 18 hoyos extendidos a lo largo de 60 hectáreas, este recorrido es mucho más que un desafío para golfistas: es un espectáculo visual donde lagos, arroyos como El Vaquerizo y un cuidado arbolado enmarcan cada golpe. No en vano, expertos y aficionados lo consideran una joya en el panorama nacional.

Pero el golf es solo el comienzo. Naturávila despliega una oferta que parece no tener fin. Para los más activos, hay pistas de pádel y tenis que resuenan con el eco de raquetas en acción, un campo de fútbol 7 de hierba artificial que invita a tardes de pasión deportiva, y una piscina descubierta que, en verano, se convierte en el epicentro de risas y chapuzones. Los amantes de la adrenalina encuentran su sitio en el campo de tiro olímpico, un espacio equipado para competiciones de alto nivel, mientras que la escuela de equitación, con su picadero de caballos, ofrece desde paseos tranquilos hasta clases de doma que conectan al visitante con la esencia rural de la zona.

El complejo no se olvida de los más jóvenes. Cada verano, Naturávila se transforma en un hervidero de energía infantil con campamentos que combinan naturaleza y aventura. Niños de 6 a 13 años, llegados de toda la provincia y más allá, descubren aquí la emoción de la escalada, el tiro con arco o las rutas en bicicleta todo terreno, siempre bajo la atenta mirada de monitores especializados. Lugares como los albergues La Cija I y La Cija II, con capacidad para 120 personas, se convierten en su hogar temporal, mientras que el CRIE Naturávila —Centro Rural de Innovación Educativa— añade un toque pedagógico con actividades que despiertan la curiosidad y el espíritu de equipo.

La oferta hostelera es otro de los pilares de este gigante del ocio. En el corazón de la finca, el Hotel Rural Vettonia seduce con sus 12 habitaciones dobles y tres suites decoradas con antigüedades, un guiño al pasado que no renuncia al confort moderno. A pocos pasos, el Hostal Rural Las Paneras, con sus 18 estancias de estilo tradicional, ofrece una alternativa acogedora desde el patio central del complejo. Y para saciar el apetito tras un día intenso, dos restaurantes elevan la experiencia: La Vaquería y Vettonia, donde la gastronomía castellana brilla con carnes jugosas y productos de temporada que saben a tierra y tradición.

Naturávila no solo es un lugar para visitar, sino para vivir. Su cercanía a Madrid, a menos de una hora en coche, lo convierte en una escapada perfecta, mientras que su ubicación estratégica —a un suspiro de Gredos y del mudéjar de La Moraña— lo posiciona como base ideal para explorar la región. Detrás de este éxito está el impulso de la Diputación de Ávila, que ha sabido convertir una antigua dehesa en un motor de turismo y convivencia. Aquí, nombres como Víctor Acebes Paniagua, exgerente de la sociedad, o Carmelo Castillo, vinculado al golf regional, han dejado su huella en una historia que sigue creciendo.

En cada rincón de Naturávila, desde el rumor del viento entre los árboles hasta el eco de las risas infantiles, se percibe una promesa: la de un lugar donde el tiempo se detiene para dar paso al disfrute. Un oasis que, a 25 años de su nacimiento, sigue siendo el orgullo de Ávila y un imán para quienes buscan desconectar sin alejarse demasiado.

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