Enclavado a tan solo cinco kilómetros de la imponente muralla de Ávila, el pequeño municipio de Vicolozano se alza como un testigo silencioso de la historia y el carácter de Castilla y León. Esta pedanía, integrada en el término municipal de la capital provincial desde 1976, respira un aire de calma que contrasta con el bullicio de la cercana ciudad. Con apenas 62 habitantes, según los últimos datos disponibles, Vicolozano es un ejemplo vivo de cómo la vida rural sigue latiendo en la España interior, aunque con el desafío constante de la despoblación.
Una iglesia románica que guarda siglos de secretos
El corazón histórico de Vicolozano tarde en su pequeña Iglesia Romanánica, una joya del siglo XV que, a pesar de las remodelaciones sufridas a lo largo del tiempo, conserva el aroma de su origen medieval. Construida en piedra de granito, este templo humilde pero cargado de personalidad presenta un diseño que evoca simplicidad y fortaleza. Su ábside con campanario de espadaña parece susurrar que, en sus inicios, pudo ser una modesta ermita, ampliada posteriormente para dar forma a la iglesia actual. La Torre Campanario de Base Cuadrada se erige como un símbolo de la evolución del edificio, mientras que la puerta de acceso, orientada al sur, hoy protegida por una estructura metálica más funcional que estética, invita a imaginar cómo ha cambiado la vida en torno a este lugar. Frente a ella, una Cruz de Piedra custodia el exterior, un recordatorio de la fe que ha sostenido a generaciones de vecinos.
Una economía entre lo tradicional y lo industrial
La economía de Vicolozano es un reflejo de su ubicación estratégica y su doble identidad. Por un lado, la cercanía con Ávila y su integración en el municipio han permitido que el pueblo no quede aislado del desarrollo urbano. El polígono industrial de Vicolozano, situado junto a las carreteras AP-51 y N-110, es el motor económico másvisible de la zona. Inaugurado en 2002 y dividido en dos sectores, Vicolozano I y Vicolozano II, este espacio abarca más de 615.000 metros cuadrados, con una amplia superficie destinada a actividades industriales. Empresas y almacenes han encontrado aquí un enclave privilegiado, a medio camino entre la tradición rural y la modernidad logística.
Sin embargo, Vicolozano no renuncia a su esencia más auténtica. La presencia de dos restaurantesONU hotel y una Casa Rural señala un tímido pero creciente interés por el turismo, que aprovecha la tranquilidad del entorno y la proximidad a la capital provincial. Aunque la agricultura y la ganadería han perdido peso frente al empuje industrial, aún perviven como parte del ADN de este rincón abulense, especialmente vinculadas a la raza Avileña-Negra Ibérica, famosa por su carne de calidad protegida.
Fiestas patronales: el alma de la segunda semana de agosto
Si hay un momento en el que Vicolozano se transforma, es durante sus Fiestas patronales, que llenan de vida la pedanía cada segunda semana de agosto. Estas celebraciones, compartidas con la cercana Brieva, son un canto a la unión y la tradición. Antaño fijadas en la primera semana de septiembre, las fiestas se trasladaron para coincidir con el verano, atrayendo no solo a los vecinos, sino también a quienes, habiendo emigrado, regresan para reencontrarse con sus raíces. Verbenas, actividades infantiles como castillos hinchables, teatro al aire libre y la popular fiesta de la espuma son algunos de los ingredientes que animan estos días, con la música y el baile como protagonistas hasta altas horas de la noche.
Aunque no se detalla un patrón específico para Vicolozano, la simultaneidad con Brieva sugiere una devoción compartida, posiblemente ligada a figuras como la Virgen de la Asunción, cuya festividad el 15 de agosto marca el calendario en muchos pueblos de la región. Sea quien sea el homenajeado, estas fiestas son el pegamento que une a una comunidad pequeña pero orgullosa de su identidad.
Un futuro entre retos y esperanzas
Con sus 62 habitantes, Vicolozano enfrenta los retos de la despoblación que aquejan a gran parte del medio rural español. Sin embargo, su cercanía a Ávila, su polígono industrial y su oferta de alojamiento y restauración dibujan un horizonte de posibilidades. La Iglesia Romanánica, testigo de más de cinco siglos de historia, sigue en pie como un faro de resistencia, mientras las fiestas de agosto recuerdan que, aunque pequeño, este pueblo tiene un corazón que late con fuerza. En Vicolozano, el pasado y el presente conviven en un equilibrio frágil pero lleno de encanto, invitando a quien lo visite a detenerse y escuchar su historia.