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Gotarrendura: El eco de Santa Teresa en la Moraña

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A 21 kilómetros de la monumental Ávila, en la vasta llanura de La Moraña, se alza Gotarrendura, un pequeño municipio que respira historia y tradición entre sus casas de adobe y sus campos de cereal. Este rincón de Castilla y León, donde el viento barre los horizontes abiertos y el tiempo parece detenerse, es mucho más que un punto en el mapa: es un lugar tocado por la huella de Santa Teresa de Jesús, cuya sombra se proyecta sobre sus calles y su gente. Con una población que apenas roza el centenar y medio de habitantes, una economía ligada a la tierra y unas fiestas que laten con fervor, Gotarrendura se presenta como un testimonio vivo de la resistencia rural y el orgullo de sus raíces.

Una comunidad pequeña con un legado inmenso

En este marzo de 2025, Gotarrendura cuenta con 167 habitantes, un número que refleja tanto la quietud de sus días como el desafío de la despoblación que acecha a la España vacía. Aquí, entre vecinos que se conocen por nombre y apellidos, la vida transcurre con la serenidad de lo cotidiano. Sin embargo, el pueblo lleva consigo una distinción que trasciende sus límites: la posibilidad de haber sido el lugar de nacimiento de Teresa de Jesús en 1515. Aunque Ávila reclama oficialmente ese honor, las pistas —la ausencia de su partida de nacimiento en la capital, el fallecimiento de su madre aquí y las propiedades familiares como el palomar teresiano— alimentan la teoría que José Luis Sánchez, un historiador local, defiende con pasión: "Ella es de Gotarrendura, y eso nadie lo puede borrar".

La iglesia de San Miguel: un refugio de fe y adobe

En el corazón del pueblo, la Iglesia de San Miguel Arcángel se levanta como un símbolo de devoción y arquitectura tradicional. Construida con adobe y ladrillo, materiales humildes que reflejan el carácter de La Moraña, este templo de origen medieval custodia siglos de plegarias. Su interior, sencillo pero acogedor, está presidido por un retablo que honra al arcángel, mientras que las vigas de madera del techo crujen como testigos de un pasado que se niega a desvanecerse. Para María Yolanda de Juan López, alcaldesa del Partido Popular que lidera el municipio, la iglesia es un punto de encuentro esencial: "Es donde nos reunimos, donde recordamos quiénes somos". Frente a ella, el palomar de Santa Teresa, aún en pie, añade un matiz místico al paisaje, atrayendo a peregrinos y curiosos que recorren el Camino de Santiago del Sureste.

Una economía de sudor y cereal

La vida en Gotarrendura está indisolublemente ligada a la agricultura. Los campos que rodean el pueblo, sembrados de trigo, cebada y centeno, son el sustento de una economía que depende del ciclo de las estaciones y de las manos curtidas de sus habitantes. Antonio Gómez, un agricultor veterano, lo explica sin rodeos: "Aquí se vive de la tierra, como siempre". Aunque algunos huertos y pequeños viñedos salpican el término municipal, la falta de industria y la emigración de los más jóvenes han dejado su marca. Sin embargo, el municipio no se rinde: el albergue de peregrinos, impulsado por el Ayuntamiento, y dos casas rurales de adobe han abierto una ventana al turismo, aprovechando la conexión con Santa Teresa y la belleza austera de la comarca.

Fiestas patronales: el alma del pueblo en celebración

Cuando llegan las fiestas, Gotarrendura despierta de su letargo. Las celebraciones en honor a San Miguel Arcángel, a finales de septiembre, son el momento cumbre del año, un estallido de vida que reúne a los que se quedaron y a los que vuelven. La jornada comienza con una misa solemne en la iglesia, seguida de una procesión donde la imagen del santo recorre las calles entre cánticos y el repique de campanas. Luego, la plaza se llena de música, bailes y el aroma de las calderetas que prepara Isabel Martín, una vecina que lleva décadas al frente de las comidas comunales. La Asociación Cultural de Amigos de Gotarrendura organiza juegos tradicionales y talleres, mientras que la matanza annual, un rito que se mantiene vivo, atrae a visitantes con su mezcla de tradición y gastronomía. "Es nuestro momento de brillar", dice Isabel, con el orgullo de quien sabe que estas fiestas son el pegamento de la comunidad.

Un futuro entre la memoria y el desafío

Gotarrendura vive en un delicado equilibrio entre su pasado glorioso y un presente que exige reinvención. Contra María Yolanda de Juan López Al Timón, el pueblo apuesta por el turismo cultural y la sostenibilidad, como demuestra el albergue construido con técnicas tradicionales y energías renovables. El verraco vetón que custodia la entrada, las casas de adobe y el Museo Etnográfico López Berrón son cartas que el municipio juega para atraer miradas. En este lugar donde el nombre de Santa Teresa resuena como un eco eterno, Gotarrendura no busca grandezas, sino seguir siendo fiel a sí mismo: un pueblo pequeño con un corazón inmenso, donde la historia y la tierra se funden en cada amanecer.

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