La dramática cuenta atrás para evitar la suspensión de pagos de EEUU concluyó hoy apenas unas horas antes de que se alcanzase el tope de endeudamiento federal de 16,7 billones de dólares, y pone cierre momentáneo a la aguda crisis fiscal vivida en los últimas dos semanas.
Los líderes demócrata y republicano en el Senado, Harry Reid y Mitch McConnell, anunciaban que habían llegado a un acuerdo bipartidista y arrojaban luz a un proceso marcado por la confusión y las tensiones partidistas.
Su propuesta, aprobada por una amplia mayoría de 81 votos frente a 18, permite la financiación de la Administración federal hasta el próximo 15 de enero y la elevación del tope de deuda hasta el 7 de febrero, con lo que se intuye un nuevo enfrentamiento en apenas tres meses.
"Este compromiso que hemos alcanzado ofrecerá a nuestra economía la estabilidad que necesita desesperadamente (...) El país estuvo al borde del desastre. Pero finalmente los adversarios políticos dejaron de lado sus diferencias y desacuerdos para evitar el desastre", afirmaba Reid tras la votación.
La medida pasó de inmediato a la Cámara de Representantes, de mayoría republicana, donde su presidente, John Boehner, había intentado sin éxito redactar una propuesta que aglutinase el respaldo tanto de los republicanos moderados como de los más conservadores, el Tea Party.
Sin embargo, Boehner arrojaba finalmente ayer la toalla tras verse incapaz de formalizar una propuesta de consenso entre su bancada, y cedía el liderazgo al Senado, de mayoría demócrata.
El presidente de la Cámara reconocía entonces la derrota republicana y anunciaba su intención de no bloquear el voto de la propuesta del Senado. "No hay motivo para votar 'no'", dijo Boehner en una entrevista radiofónica esta tarde, en la que reconocía que, "simplemente, no ganamos" la batalla.
Finalmente, la propuesta fue ratificada esta noche en la Cámara por 285 votos a favor y 144 en contra, con la oposición de los miembros del Tea Party, que consideran que la medida contribuye a aumentar la elevada deuda del país.
El agrio debate ha puesto de relieve las tensiones internas, especialmente dentro del partido republicano, que ha sido el principal castigado por los ciudadanos, según la mayoría de las encuestas.