Cuando ponemos en juego las distintas leyes del conflicto, o mejor expresado, cuando aplicamos estos conocimientos sobre esas constantes, que es a lo que llamamos leyes, porque sabemos que siempre se comportarán así, ellas nos facilitan analizar y explicar cualquier movimiento social tanto individual como colectivo.
Con todo ello sabremos varias cosas: Primero, qué fue lo que le llevó a esa parte a tomar esa decisión, porque necesariamente debemos analizar su trayectoria pasada. Segundo, preveremos como responderán las demás partes, porque analizaremos su Identidad y su Estructura, así como su fuerza o poder. Tercero, podremos disponer de muchos conocimientos de por dónde y cómo se desarrollará la confrontación y competencia, y cuál pude ser un posible resultado. Y cuarto, si se produce ese el resultado final previsto, puede que también sepamos a qué estado volverá ese constante conflicto larvado en el que consiste la vida, tal como la vivimos y hoy la conocemos.
Comencemos, porque muchas veces parece que mis explicaciones y leyes son etéreas y algo “Espirituales”, “Míticas” o “Místicas”. Nada más apegado a la realidad que estas leyes, las cuales, aunque no seamos conscientes, o cuanto menos sin llamarles con estos conceptos, sí las aplicamos todos a diario.
Al analizar cualquier suceso siempre sabemos que todos vamos a luchar por la Ley de la Existencia, vamos a querer sobrevivir, adoptaremos aquellas decisiones que en principio no nos lleven a desaparecer de forma rápida. También realizamos la aplicación de las Leyes de la Identidad y de la Estructura, porque todos valoramos la fuerza de las partes, su pasado, su experiencia, las cualidades que le acompañan, sus mejores o peores conocimientos, sus costumbres, las armas que van a utilizar, su valor o cobardía. ¿Decidme si no hacemos todos lo anterior al analizar cualquier situación de la vida y, más aún, cualquier conflicto que implique confrontación y choque?
Quizá lo segundo que hacemos, y digo quizá porque no tiene por qué ser ese el orden aunque realizaremos todos los pasos descritos, es apreciar y predecir, de acuerdo con la Ley de la Multilateralidad, cuáles van a ser las partes afectadas por el movimiento inicial y cuáles se van a constituir en parte en ese conflicto y, de acuerdo con esas constantes, realizarán sus respuestas. Esta Ley anterior nos demuestra que sabremos cuántos y cuáles van a ser los adversarios. También entrarán en juego las otras dos leyes, la de la Confrontación o Competencia constante, derivada de la ley que nos mueve a todos, la Ley de la Expansión constante. Sabemos que ninguna parte que exista va a dejar de querer crecer, desear, alcanzar, o simplemente mantener los privilegios obtenidos. En función a estos deseos iniciará su estrategia de ataque o defensa, dependerá de la posición que ocupe. Y una vez que inicie dicha toma de decisiones sabrá cuáles serán sus adversarios directos, y con cuáles confrontará frontalmente obligándole la situación a competir con ellos. Sabremos que en muchas ocasiones habrá pactos y puede que dé lugar a que aparentemente no haya perdedores o ganadores, en otras sabremos que son incompatibles, y uno o algunos deberán desaparecer. O el león gana y la gacela muere, o la segunda gana y el primero perece por hambre.
Nos resulta ya más fácil, al iniciar este camino, saber cómo continua. Las últimas tres leyes de la TGC se nos aparecen sin que podamos rechazarlas. Todos evaluamos qué dolores afectarán a cada parte, cuál es el presunto más fuerte, y por ello, en función al dolor recibido, y a su capacidad de aguantarlo, así tomará cada parte sus decisiones. El que sufre el dolor termina doblegándose, el que no sigue adelante para conseguir sus objetivos y expandir su voluntad.
Comprobamos claramente como cada parte toma libremente sus decisiones respecto a cuales le parecen las mejores acciones en cuanto a su posición y al mantenimiento de la misma, o, si puede, avanzar para conseguir sus deseos.
Y lo que no cabe duda es que apreciaremos, e incluso podremos preverlas, cuáles serán las respuestas de cada parte y como recaerán sobre los contendientes vencidos las responsabilidades de sus agravios.
Hemos visto como en cada acción, hecho, o conflicto de la vida estas leyes se ponen siempre de manifiesto. Pero mejor aún, si las manejamos con cierta maestría podremos analizar cualquier conflicto y saber cuáles serán sus resultados.
Sobre el autor
Carlos Gonzàlez-Teijòn es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, y de reciente aparición “El Sistema”, de editorial Elisa.