Por ello, lo que hacen las partes es intentar aplicar la Razón y tratar de resolver el problema del que se trate de la forma más técnica posible. Es decir, acudiendo a los conocimientos objetivos de los que dispongamos a cerca de ese supuesto. Lo que hacemos es aplicar lo que llamamos… Ciencia.
Se nos presenta esa imperiosa necesidad sin que quepa otra posible salida. Si comprobamos los antecedentes históricos de todo tipo comprobamos que, al regular el tráfico de vehículos, y aplicar señales, velocidades y regulaciones concretas, lo que se ha hecho es recurrir a los ingenieros de turno y estos han marcado, de forma objetiva y técnica, cuál era la mejor velocidad en ese tramo, que ancho se requería, como regular los dobles sentidos y un sinfín de asuntos necesarios. Lo mismo ha sucedido con los juegos olímpicos, los jueces de cualquier deporte colectivo, o el comportamiento internacional en cualquier aeropuerto.
Todo lo anterior ha provocado múltiples cambios en el comportamiento tanto individual como colectivo de los grupos humanos. Quizá los más importantes dos, el primero la necesidad de unirse todos en la misma búsqueda para hallar la mejor solución al dilema planteado. Lo que de hecho ya les obligó a colaborar y cooperar, y el que encontró la mejor solución la aportó y fue aceptada por los demás. Lo segundo es que nadie quiso acudir a dogma, idea o superstición alguna, sino que se aceptó que la posible solución, aunque fuese momentánea e insuficiente hasta que se dispusiese de una mejor, solo podía venir del campo de la experimentación, del conocimiento, de la aplicación práctica, de la… Ciencia.
Debemos resaltar estos hechos anteriores porque acarrean una enorme trascendencia en la evolución de la especie Humana. Ya nadie puede vivir en el Mito, las Creencias o Costumbres Ancestrales propias cuando se accede a la Multilateralidad, porque la solución que debe adoptarse solo puede estar basada en los mejores conocimientos científicos que sobre ese asunto se conozcan. Aquella cultura o civilización que dispone de ellos, en la práctica, aunque cobre royalties, o exija pagos de cualquier tipo, lo que hace es ponerlos a disposición de todos los individuos y grupos. Prueba de ello es que, hoy, los ordenadores y teléfonos móviles, pese a no haberlos inventado ni conocer sus mínimos fundamentos, son usados en la aldea más remota de Afganistán o Eritrea.
Si accedemos a la Multilateralidad en el orbe del planeta Tierra, y nos unimos los estados para abordar nuestros ingentes problemas de enfermedades, hambre, seguridad, regulación de las relaciones sexuales, de la reproducción, o cualquier otro asunto colectivo, se nos hace imperioso que apliquemos para todos un único lenguaje, el del Conocimiento Científico.
Los cambios de todo tipo pasan a ser ingentes. Nos modifica por completo la forma de enjuiciar la realidad, la concepción del mundo que tengamos hasta ese momento salta por los aires. De ahí el que en la práctica haya sido imposible, pese a los múltiples intentos y las enormes cantidades de recursos utilizados, el que una vieja religión o ideología haya podido imponer sus preceptos. Todos se han visto obligados a aplicar conceptos prácticos basados en la biología y la Psicología humana.
Ahora, es necesario abandonar por completo la visión de las realidades sociales desde el punto de vista unilateral de la visión absolutista de los estados, hemos de verlo desde la Multilateralidad de los mismos. Cuando así actuamos no nos queda más remedio que buscar y aplicar formulas técnicas y científicas para resolver los problemas de todos.
Pero ha de quedar absolutamente claro que el iniciar y aplicar soluciones desde la Multilateralidad nos hace entrar de lleno en el mundo de la práctica, de los resultados, de los conocimientos objetivos aplicables. Es decir, si actuamos con acuerdo multilaterales no nos queda más remedio que aplicar los conocimientos científicos para resolver los problemas de la supervivencia y la convivencia humana. A partir de ahora las regulaciones generales, si queremos que sean efectivas, se nos convierte en una cuestión de fundamentos técnicos.
Sobre el autor
Carlos González-Teijón es escritor, sus libros publicados son Luz de Vela, El club del conocimiento, La Guerra de los Dioses, y de reciente aparición El Sistema, de editorial Elisa.