Antes que nada, y para que se queden tranquilos, el "pulmón del planeta" son los océanos, no los árboles, ya que generan entre el 50 y el 90% -según cuál experto- del oxígeno global gracias al fitoplancton marino.
Los resultados de las elecciones primarias en Argentina nos sorprendieron fuertemente. El “Frente de Todos” de Alberto Fernández, acompañado por Cristina Kirchner para vicepresidente, obtuvo el 47,7% de los votos, contra el 32,1% del oficialismo de Macri. Solo un milagro podría revertir este resultado en los comicios de octubre cuando un candidato, con solo el 45% de los votos, será proclamado el presidente que asumiría el 10 de diciembre.
Los gobiernos del Reino Unido y Canadá convocaron para el 10 y 11 de julio en Londres a una Conferencia Mundial sobre Libertad de Prensa con la participación de funcionarios, periodistas, académicos y empresarios de lo todo el globo junto a los anfitriones, los cancilleres de ambos países y Amal, esposa de George Clooney, la abogada británico-libanesa especializada en la defensa de periodistas. Reuniones de este tipo son interesantes, pero hasta dónde está clara la idea de fondo.
En un reportaje, Francesco Rocca, presidente internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, recién llegado de Venezuela, decía que allí todos "necesitan ayuda humanitaria, los chavistas y los que siguen a Guaidó… en salud es donde hay mayor urgencia… se mueren por la falta de energía en los hospitales". Por ello están entregando plantas eléctricas.
Así como el chavismo cambió el nombre por el de República Bolivariana de Venezuela, el gobierno argentino debería cambiarlo por el de República Peronista de Argentina, visto que es el “peronismo” el sistema consolidado.
Si bien las recientes elecciones europeas asustan, el mundo mejora. La libertad global crece, aunque lentamente, y el desarrollo científico y tecnológico y, por tanto, la calidad de vida también, mientras que la pobreza cae y disminuyen la violencia, las guerras, el terrorismo y el delito común.
Luego de una tregua, hasta el 1 de marzo, acordada en la reunión del G20 de Buenos Aires, las dos primeras economías globales retoman el conflicto, con más virulencia.
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El intento de organizar una convocatoria en Macao, territorio chino que goza en teoría de la misma autonomía que Hong Kong, fue rápidamente sofocado con la detención de siete personas y el despliegue de decenas de agentes policiales. Es que está sometido a un estricto control de Pekín, con menos libertad y, consecuentemente, con menor desarrollo económico.
Facebook, que tiene unos 2.600 millones de usuarios, "no ofrecerá la divisa digital Libra hasta haber solucionado las dudas regulatorias y recibido las aprobaciones apropiadas". La declaración, obviamente, se debe a la posibilidad de que de otro modo no la dejen operar.
Unos abogados elaboraron un escrito para presentar ante la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, con “pruebas que implican a la Unión Europea (UE) y a funcionarios… en la comisión de crímenes contra la humanidad” al dejar en manos de Libia la reducción del flujo migratorio. Se basa en declaraciones de los propios funcionarios de la UE, y en documentos internos que demuestran la responsabilidad criminal europea “como parte de una política premeditada para contener los flujos migratorios procedentes de África”.
Lo cierto es que la economía de Japón no está de parabienes, crece al 2,1% anual, en tanto que las exportaciones bajan y la deuda del Estado llega al astronómico equivalente del 245% del PBI. Preocupado, el primer ministro Shinzo Abe ha puesto énfasis en el tema de la tercera edad y el futuro del empleo como ejes de debate en la cumbre presidencial del G20, a realizarse a fines de junio en Osaka.
Apenas llegado al Reino Unido, Trump describió al líder laborista (y al alcalde de Londres) como "una fuerza negativa" y confirmó que le pidió una cita, pero no quiso recibirlo. Luego, ha proclamado: "el Brexit ocurrirá… Yo habría llevado a los tribunales a la UE" y prometió que, una vez ocurrido, establecerá un gran acuerdo bilateral.
Patético. Era la Grecia antigua y ya Aristóteles sabía que la violencia era, siempre y necesariamente, destructiva, de hecho, la definía como aquello que intenta -desviar- destruir el desarrollo del cosmos. Y así lo replicaron científicos de la talla de Tomás de Aquino, pero en pleno Siglo XXI todavía hay quienes no pueden superar la primitiva idea de que la violencia puede ayudar en la defensa o, peor, en el establecimiento de un “orden social”.
Los humanos no creemos en la libertad, decimos que sí… pero con límites que, por cierto, son los que a cada uno se le antoja y que justifica con argumentos “razonables” siendo el más utilizado el de que “la libertad no puede ser absoluta”. Discusión bizantina.
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