Mientras Trump se dedica a sus “twittamenazas” que, por suerte, luego no cumple, el gobierno chino fiel a su milenaria historia sigue sin prisa, pero sin pausa, el “camino de la seda”, la diplomacia sin estridencias que está dando sus buenos frutos al punto que su influencia crece mientras que la de EE.UU. pareciera decaer.