Fue nuestro profeta, Aristóteles, el que comenzó a escribir sobre política. ¿Qué era para Él y sus contemporáneos la Política? Una ciencia que fuese acumulando conocimientos y después enseñase a los seres humanos a gobernar de forma técnica sus ciudades, (Polis = Ciudad), de ahí lo de Política y políticos.
En todas las ocasiones en que se suscita una tertulia informal acerca de nuestras creencias, me encuentro habitualmente con varios interlocutores que al decirles que ni eres Cristiano ni marxista, o ni Liberal, te preguntan con cierto asombro… ¿Entonces, tú en qué crees?
Ya es conocido que diversas religiones, tan antiguas como las nacidas de los libros Veda, hace más de tres mil años, han dejado claro, pero en forma de creencia, que todos los seres humanos éramos la misma Especie, y que todos nacimos hijos de la misma Madre tierra.
Mientras la humanidad, en su visión de especie, actuó con mirada y ensoñación infantil, lo hizo al amparo de sus dioses. El ser humano por sí mismo no podía conocer ni decidir nada…
Por tal entendemos la de aquella persona que se siente responsable de sus decisiones y trata de adoptar las mismas basándose en los mayores y mejores Conocimientos posibles.
Es la visión desde la mente de un niño a los cinco años de edad. En su cabeza solo existe ensoñación, exageración mágica de su entorno, y sentimiento gregario respecto a los que sean sus cuidadores.
Para los griegos Logos era la palabra. La palabra con la que se creaba el orden del mundo. Eso ha llevado a que los primeros escritos cristianos hayan llamado a ese Logos el Verbo, el Verbo era dios y se hizo Hombre, rezan nuestros escritos.
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Una vez que comienza la vida sedentaria, y el funcionamiento ordinario de las ciudades, una de las primeras necesidades que se le presenta a la humanidad, ante su deseo de poner orden en su entorno, es establecer unas medidas regulares para el comercio.
En ese afán por ordenar el mundo hostil que tenían enfrente, los mejores pensadores que alcanzaron las reflexiones más profundas y completas, idearon en base a los pequeños conocimientos de los que disponían de toda la naturaleza y de ellos mismos como componentes de la humanidad, un conjunto de teorías, reglas y ritos que según su mejor criterio serían los que mejor ordenarían la vida social tanto individual como colectiva. A eso le llamamos, las Grandes religiones.
Desde el mismo momento que despertó la conciencia humana su primer deseo fue intentar aplicar el mejor Orden posible al tremendo Kaos que tenía enfrente.
Ya se ha expresado claramente en el artículo dedicado a la visión adolescente que la humanidad, como Especie, en lo que se refiere a la evolución de su mente y forma de pensar y evaluar, corresponde a la de un adolescente medio. Quizá a lo que los técnicos denominan, un adolescente tardío. Esta termina a los veinticuatro años. Como grupo pensamos y actuamos como un joven de veinte a veintidós años lo haría.
Cuando ya estamos ante la mirada de un joven de ambos sexos, que siente deseos sexuales y aún no sabe cómo enfrentarse al nuevo mundo que se le presenta.
Son miles los libros escritos acerca de estas dos cuestiones. El Islam fue el primero, en el siglo X, en Bagdad, y el Cristianismo dos siglos y medio más tarde, ambos fracasaron en esta cuestión porque se rechazó la razón –palabra que elevó a lo más alto Tomás de Aquino en el París de 1.250- para permanecer el Mito.
Es cierto que ahora lo escribimos con letras latinas, Caos. Pero he querido mantener la posible escritura griega, en la que no cabe la C, y por eso le denomino, Kaos.
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