Reza un viejo refrán español que “Nunca segundas partes fueron buenas” ¡¡Craso error!! Si aplicásemos el citado aforismo al II Afterwork de APD celebrado en Málaga el pasado viernes día 5 de abril en las instalaciones del Hotel Puente Romano (Marbella), y afirmáramos que superó al realizado en el 2018 destrozaríamos la máxima, pero así fue.
En opinión de diversos intelectuales, son legión los dirigentes de partidos de izquierda, quienes a lo largo de su carrera política, experimentan un permanente deslizamiento hacia la derecha en cuanto a tendencias y perfiles se refiere.
Sin la menor duda, el triunvirato andaluz nace carente de la necesaria sintonía entre sus aliados y con notoria ausencia de liderazgo por parte de su presidente, Moreno Bonilla (PP) unido al agravante que entraña gobernar formando parte de una coalición.
El único calificativo que realmente mereció y definió las recientes declaraciones efectuadas por Pedro Sánchez en torno al tradicional “Balance del año 2018”, fue el de “exasperante”.
La escasa participación en las pasadas elecciones autonómicas andaluzas, en esta ocasión ha resultado un dato clave con especial repercusión negativa para las fuerzas de izquierda.
Todo parecía indicar que, tras descubrirse la petición de Dolores Cospedal García al comisario José Manuel Villarejo, el espiar a su compañero de dirección en el PP, Javier Arenas, sus días en el partido estarían contados en función de sus declaraciones en la COPE.
Mientras en las filas socialistas reconocen abiertamente estar viviendo momentos muy amargos, son los propios veteranos del partido los que vaticinan que “esto no puede aguantar más”. Cada día que pasa es peor que el anterior, discurriendo en un clima entre el asombro y la confusión.
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Otra vez más, los ciudadanos, nos vemos obligados a tener que soportar los presuntos enjuagues del iluminado Sr. Tenazos, actual e incomprensible director del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
Sin la menor duda, la celebración de la reciente Convención del PP ha supuesto para el partido una considerable inyección de estímulo, tanto en el aspecto ideológico como igualmente de cara al refuerzo de liderazgo de Pablo Casado y especialmente pensando en la próxima y decisiva carrera electoral que supondrán los próximos comicios europeos, autonómicos y municipales.
Recientemente, las críticas sobre la presunta manipulación de datos por parte Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) han resultado abrumadoras. Lo que ha provocado que dicho organismo, al que avalan 20 años de profesionalidad, haya perdido gran parte de su credibilidad, si es que todavía conserva alguna desde la toma de posesión del Sr. Tezanos, antiguo se refiere dirigente del PSOE.
A este paso, el prestigio de nuestra democracia acabará por los suelos. Ya son varios los medios, redes sociales, etc. en los cuales, a nuestro peculiar Marco Polo se le equipara con el innombrable Zapatero, y tal comparación rompe todos los moldes de la categoría y eficacia política… Existen ciertos temas que ni como broma deberían ser tolerados.
Ya puestos, reconozcamos que en general, la talla intelectual de nuestros políticos ha experimentado una considerable pérdida de nivel, comenzando por los del partido del Gobierno.
Como por desgracia le sucede a miles de españoles, todos tenemos amigos a cuyos hijos les ocurre algo muy similar a lo que padecen los nuestros, muchos de los cuales, con las carreras terminadas y habiendo superado la treintena, hasta ahora, no han sido capaces de encontrar un puesto de trabaja que les permita abandonar sus hogares, en la mayoría de los cosos por sentirse incapaces de afrontar el pago de un alquiler.
A la vista de lo publicado recientemente en los medios, todo parece indicar que el número de políticos españoles con títulos universitarios, tesis doctorales, etc. obtenidos sospechosamente, ha adquirido la categoría de escándalo, destacando entre todos ellos el presunto plagio cometido por el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con su tesis doctoral.
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