Teníamos en la mesa muchas noticias que iban en una misma dirección: la armonización fiscal. Nuestro viejo marino, con la taza en la mano nos planteó:
—Este es un gobierno que parece que toda su preocupación se basa en subirnos los impuestos y así poder cuadrar las cuentas de una política expansiva, que ellos llaman «social». Su excusa es que solo le van a subir a los «ricos», pero lo que se ve es que lo vamos a pagar entre todos, porque hay muchos impuestos indirectos; y de los directos, lo que representan esas subidas no es relevante en el contexto global de los presupuestos generales. Encima a aquellas autonomías que tratan mejor a sus contribuyentes, de repente, se han convertido en peligrosas y se les acusan de hacer dumping al resto del país. No entiendo nada, lo deseable sería que esa armonización fuera que todas las comunidades los bajaran, puesto que es lo que nos beneficia y la bajada de impuestos produce un efecto dinamizador de la economía y al final se acaba recaudando más.
La joven profesora añadió:
—A este globo sonda lanzado desde el gobierno para ir calentando motores, inexplicablemente se ha unido un político metido a presidente de los empresarios catalanes, Josep Sánchez Llibre, que también ha pedido que se «armonicen los impuestos», pero no para bajarlos, sino para que se suban; porque señalaba que se debía evitar que hubiera «paraísos fiscales dentro del Estado español», polémica en la que ha intervenido de forma directa Miguel Garrido, el presidente madrileño de CEIM, para salir al paso y decir que «no se puede pedir que le suban los impuestos a otros. Que le bajen los impuestos a Cataluña es bueno para todos, pero que se aumenten en Madrid supondría una caída de la competitividad de las empresas, de la actividad y del empleo. No sería bueno para España»
Nuestro marino, sorbe el café, se sonríe y comenta:
—Esta es una polémica insólita y vergonzosa; un representante de la patronal pidiendo que suban los impuestos. Hasta hoy, yo entendía que lo que querían los empresarios era que se bajaran, porque eso tiene múltiples efectos beneficiosos para todos, al menos ese es el postulado de una economía de libre mercado, a la que se supone que está adscrito Sánchez Llibre, aunque como buen catalán y político nacionalista para él todo eso de la libertad pasa por el tres per cent.
Sus peticiones tendrían que habérselas planteado a Quim Torra, su antiguo compañero de partido, del que él ha sido dirigente y parlamentario, salvo que en este tema haya hecho de correa de transmisión del independentismo. Más parece que en esta ocasión ha actuado más como político que como presidente de una patronal.
Nuestra profesora quiso aportar algún dato más:
—Aunque hay impuestos autonómicos, por cierto, Cataluña tiene hasta quince, mientras que el resto de las autonomías tienen entre tres y seis, pero la mayoría y los más sustanciales son nacionales. Por ejemplo, el impuesto de sociedades, que le afecta directamente a las empresas, es igual en todo el territorio nacional. La cuestión sería preguntarse ¿por qué piensa el presidente de Foment que una empresa catalana pierde competitividad? Por otro lado, si pide que se derogue el Impuesto de Patrimonio, lo que ya hizo Francia en su día al reconocer que se producía una doble imposición, también podría haber solicitado la derogación del Impuesto de Sucesiones y Donaciones que también es injusto.
El marino intervino:
—Es evidente que estos dos impuestos son controvertidos, pero mientras que el de Patrimonio afecta a un número limitado de personas, las que posean un patrimonio superior a los 700.000 euros —aunque en Cataluña lo tienen rebajado a 500.00 euros—, el de Sucesiones y Donaciones ha creado situaciones dramáticas en familias que han llegado a perderlo todo por querer cobrar una herencia. Aunque me temo que la dirección de los venablos de Sánchez Llibre no iban por ahí, ni siquiera por el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados.
—Entonces hablamos, principalmente, del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) —añadió incisivamente la joven profesora—, pero si los postulados que defiende la patronal es la economía de libre mercado, tampoco se puede comprender. Se supone que cuando se reducen los impuestos sobre la renta lo que se consigue es que haya más dinero en manos de los ciudadanos lo que nos permite tener mayor disponibilidad para invertir y consumir, y eso redunda en una mayor actividad económica y eso beneficia a empresas, comercios y negocios en general. Eso es lo que está ocurriendo en la comunidad de Madrid y al parecer empieza a dar sus frutos en Andalucía, por lo que es aún menos comprensible.
El marino concluyó:
—Sánchez Llibre no ha hecho de presidente de Foment, sino de político nacionalista, que por un lado piden la independencia y por otro que enrasen a todos hasta llegar a la barbaridad catalana de cobro de impuestos. Haría bien en abandonar ese sectarismo político, ejercer de empresario y solicitar a la Generalitat que bajen en Cataluña los impuestos, porque para gastárselos en embajadas fake, en política lingüística que solo causa problemas o en regar de millones a todas las organizaciones, fundaciones y asociaciones independentistas, el dinero estaría mejor en el bolsillo de los catalanes.
Fue lapidario. Se tomó el último sorbo del café y nos señaló al mar para que disfrutásemos del bellísimo reflejo del sol sobre las olas.
Nuestra suerte es vivir en la aldea.
jorgemolina0212@gmail.com